Esa viene a ser mi biblioteca oficial, o la parte de ella que entraba en la imagen; los libros que han sobrevivido a la mudanza, a la rapiƱa de los amigos, a los olvidos de unos y de otros y al paso del tiempo que, no sĆ© por quĆ©, se empeƱa siempre en andar privĆ”ndome de la literatura. Hay libros que no paro de comprarme; los compro, los leo, me encantan, los dejo o se los llevan, pasa el tiempo, se olvida el asunto, recuerdo el libro, recuerdo que lo prestĆ© o alguien se lo llevĆ³, y olvido quiĆ©n. AsĆ que vuelvo y me lo compro otra vez, y el proceso puede repetirse tantas veces como las que hacen falta para que uno piense de si mismo que es un pelĆn estĆŗpido. Pero al final siempre termino meditando sobre lo triste que es tener un montĆ³n de libros encerrados en casa y que al fin y al cabo fueron hechos para ser leĆdos y que si alguien se los leyĆ³ pues genial, porque eso significa que al menos yo y probablemente la otra persona los hemos leĆdo. Pero piense que soy un poco estĆŗpido o que es genial por los libros, mi biblioteca estĆ” en su mayor parte formada por los libros que en su dĆa estuvieron y ahora andan fugados. Tengo una biblioteca formada de ausencias.
TambiĆ©n tengo una vida formada de ausencias. Bueno, hay gente que no, que es como ciertos libros que se resisten a desaparecer y se reencarnan en sĆ mismos, pero tambiĆ©n hay muchas ausencias, y Ćŗltimamente me estĆ” dando por pensar en algunas. Gente de la que hace siglos no sĆ© nada, gente que el tiempo empezĆ³ a empujar y yo, que nunca he sido quiĆ©n para obligar a nadie a quedarse cuando no quiere o no se da cuenta de que se aleja, yo, que asumo la presiĆ³n de la vida y la entropĆa, he dejado marchar con una sonrisa tristona y el deseo, las mĆ”s de las veces, de que les vaya muy bien en la vida. Silvia, Jose, Lourdes, IvĆ”n, Belinda y todos los demĆ”s, se me dispara la memoria a realizar sus catĆ”logos de urgencia de los que nunca termino de fiarme (cĆ³mo podrĆa si en el Ćŗltimo recuento de exnovias me di cuenta de pronto de que sistemĆ”ticamente me he venido olvidando de la que daba los besos mĆ”s dulces, pobrecita). No sĆ© dĆ³nde andarĆ©is, pero espero que la vida os estĆ© tratando como merecĆais que os tratase. Y si por casualidad alguno da con esta pĆ”gina tan tonta como su dueƱo (mĆ”s improbable era lo del euromillĆ³n y ahĆ echĆ© yo mis dos euros), pues un saludo muy fuerte, abrazos y demĆ”s. ¡Y mandadme un correo diciendo cĆ³mo os va, coƱo!
21.11.06
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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la mĆŗsica que no le gusta a nadie y las pelĆculas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez mĆ”s libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pĆ”nico, no cuelgo aquĆ.
Bravo.
ResponderEliminarĆsta ha sido una entrada muy bonita (no como las del furbol, que en esas entradas se lesiona la gente).
No, vaya, me ha gustado leerla y eso que son las 23.30 y voy a morir de sueƱo en breve.
Ausencia. Ausencia... FĆjate que justo hace unos minutos estaba revisando unos poemas que voy a pasarle a una amiga y entre ellos estĆ”n Ausencia I, II, III y IV.
¿CuĆ”ndo hablarĆ”s de plĆ”tanos?
¡Cuando se los saque del OGT moreno, o sea, nunca!
ResponderEliminar- Perrico sale a todo correr con una sonrisa mongĆ³lica en el rostro tras haber obsequiado al mundo con tan certero comentario -
Tambien tienes una estanteria formada de Okupas, porque algĆŗn que otro libro de esos no viven ahi normalmente (de hecho deberĆan vivir en mi casa junto con los libros que huyeron de la tuya :D )
ResponderEliminarPerro, no todo el mundo adora los plĆ”tanos por lo mismo que tĆŗ. Hay quienes no babeamos y sufrimos crisis de impaciencia ante la perspectiva de los desgarros anales fruto de... pues eso, de la fruta. En cualquier caso me alegro de que te hayas pasado de las piƱas a los plĆ”tanos. ¡De canarias, espero! Que las manchitas tienen que venir de serie.
ResponderEliminarJuotanillo, hablar de plƔtanos, hmmm. PensarƩ en ellos, a ver quƩ me dicen.
Y Vero, querida, al menos tĆŗ hablas de okupas, mientras que mis mil pelĆculas y mis vete a saber cuĆ”ntos pueblos hablarĆan, si pudiesen, de secuestro, y no de huidas. Con lo bien que los trato. Y tampoco tengo tantos libros tuyos, que recuerde un par, y los tengo encima de la montonera para recordar leerlos prontito y devolvĆ©rtelos con premura, primor.
Uy, quƩ barroco me siento.
¡CĆ”gate!
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