26.2.06

Una de romanos carnavelescos

Noche extrañísima, con lluvias que derivaban en nevadas que derivaban en lluvia, coches que pasaban con su capa de nieve caótica, casual y retozona pegada a los techos y los limpiaparabrisas, qué gran invento la nieve.

No me responsabilizo de la ortografía de esta entrada. La vigilaré, pero no prometo nada. Debería estar durmiendo, y ando aún algo bastante muy tocado, el ron es lo que tiene.

Y después de la justificación continúo. El plan era celebrar un cumpleaños un montón de gente, pero nos presentamos siete, cifra mágica que poco a poco fue bajando hasta quedar dos, bailando en un bar perdido en una ciudad que indecisa entre lluvia y nieve elegía las dos opciones, alternándolas a un ritmo imperceptible, de pronto sembrándo el cielo de copos grandes como pelotas de beisbol, de pronto lloviendo con saña. Y, claro, es carnaval, y había gente disfrazada. Y entre los disfrazados, dos alegres romanos (con el choque cultural al borde de cada calada de sus Lucky Strikes y sus sorbitos de whisky con limón) y una horda de monjes tibetanos (con su correspondiente choque cultural en forma de bailes pachangueros multitudinarios). Total, que de pronto empiezan a sonar las típicas canciones de striptease, y se forma un corro y en el centro del corro hay una minifaldera y una silla, y ella en fin, plegándose, desplegándose y describiendo diversas órbitas más o menos cercanas y siempre lujuriosas. Y aparece frente a ella uno de los romanos, que se une a la fiesta, y madre mía, qué carnal todo, eso de las bacanales es lo que tiene. Manos apretando culos y explorando anatomías, gente coreando, y junto a nosotros el otro romano, que mientra fotografiaba a su compañero de centuria nos dice "le hago las fotos para que las vea mañana, porque es mi novio, y no se va a acordar de lo que está haciendo". Y nosotros, almas cándidas, que le preguntamos "¿pero se conocen?", y él que nos mira, cínico, y dice "¿que si se conocen? Mucho".

Y poco a poco sus palabras calan en nuestros entendimientos sumergidos en ron. Su novio. Del fotografo. Y el fotografiado, loco de alcohol y de fiesta y restregándose con aquella moza que, me teno, se las prometía tan felices y se ha terminando topando con las risas de confusión y las preferencias sexuales de los romanos.

Qué noche. Qué risa. Qué frío. ¡Y cuánto baile, arj! Dormir. Siií. Buenas noches.

1 comentario:

  1. ... y todo ello después de haber estado comentando el morbo que tenían (los tios en general y estos en particular :D) vestidos de romanos!!!
    Gran noche

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.