turbulencia en el espaciotiempo lector
Corre el año 1862, y estamos en mitad del Pacífico, acompañando a Albert Madsen, un marinero danés, en sus viajes y sus tribulaciones. Busca a su padre de islita en islita. El mar, tremendo, abarca las más de las veces la mitad exacta del mundo visible; la otra mitad, el cielo.
Yo me lo paso pipa.
Siguiendo el rastro de su padre (con sus míticas botas, por cierto, protagonistas de la primera parte de la novela), ha dado con un contrabandista, un loco graciosete que le ha enrolado como primer oficial en su tripulación. Y es con ellos con quien va de islita en islita.
Todo estupendo.
El contrabandista aprovecha el viaje para llevar una misteriosa carga, que deja en cierta isla que ni siquiera sale en los mapas. Entonces tienen ciertos problemillas con los nativos, y el contrabandista, para evitar la desesperación, echa mano de uno de los varios juguetitos yanquis que tiene en un armarito de su camarote: un rifle Winchester. Y con él, va solucionando sus problemillas.
Y seguiría siendo estupendo si no levantase yo la mirada del libro y me dijese "¿1862? ¿he leído mal?".
Pero no, no: vuelvo páginas atrás y la última fecha que se ha mencionado es, efectivamente, 1862 y, desde luego, no ha pasado una década y pico. No, el contrabandista tiene un rifle Winchester ¡cuatro años antes de que los empezasen a fabricar, y once antes de que se hicieran famosos! No queda otra opción más que indignarse.
-¡¡¡Que lo llamaban Winchester 73 por algo, señor Jensen!!! -grito.
-¿Eh? -pregunta la Muchacha.
-Este libro. El maldito Carsten Jensen. Me estaba encantando su novela y va el tío cretino y me mete un Winchester en el 62 -a estas alturas de obsesión, siempre que digo años o décadas sin especificar el siglo suelo estar refiriéndome al XIX.
Ella no me contesta: consigue hasta no mirarme. Así no sufro intentando descifrar si la mirada que me ahorra es la de que me está bien empleado por aprenderme estas tonterías o la de que cómo puede ser que recuerde esto y que nunca me acuerde de que hay que destender la ropa o comprar Fairy y servilletas de papel.
Así que me resigno, devuelvo la vista al libro y sigo leyendo. Aunque de cuando en cuando, sé que ella todavía me escucha gruñir, por lo bajini, "...Winchesters en 1862... anda que... con lo bien que le hubiera quedado un rifle Henry..."
Me sonaba a mí el argumento de la novela, y el que fuese danesa; hasta que me he dado cuenta de que la vi en la mesa de vuestro comedor.
ResponderEliminarPuestos a desubicar, el ínclito escritor debería haber puesto un AK-47, que es más pintón.
ResponderEliminarcada vez me recuerdas más a Charlton... (suspiro)
ResponderEliminarTodo vale no vale, ni en política ni en literatura. Solo en la lucha.
ResponderEliminarJajaja esto me suena
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