la friquez de la muchacha
Todos somos friquis de lo nuestro y hay friqueces que se despiertan a edades tempranas. Hace tres minutos, nos cuenta la Muchacha:
-...un profesor que tuve en sexto que me enseñó a hacer comentarios de texto, no os riais, es que a mí siempre me llamaba la atención eso de los comentarios de texto, era lo que yo siempre quería hacer. Y aquel profesor me lo explicó. Todos los niños de la clase le tiraban chicles y demás, pero yo lo escuchaba así, con cara de atención. Y un día le dio un infarto, y se murió. Y de un día para otro dejó de venir...
-Es lo que tiene morirse -la interrumpe Jaimito (le había puesto otro nick pero casi me pega al mencionarlo)-, que ya, volver, volver...
Risas.
Ella se indigna un poco, porque no hay maldad alrededor de esta mesa, y nos cuenta que aquel profesor la había enseñado el Mío Cid, y que cuando se murió le escribió una carta. Una despedida, algo así. Y la carta llegó al claustro de profesores por caminos misteriosos (no sé por qué pienso yo ahora en suegras de facto o algo así), y ella terminó en la ciudad del profesor, Burgos, leyendo la carta en el funeral. Y precisamente Burgos, la tumba del Cid, la del profesor.
-Oye, David, ¿qué estás contando? -me pregunta en este mismo instante ella, ya sí con cara de estar algo mosca (teclear no es muy disimulado que se diga).
-Tus lágrimas por el Mío Cid, qué va a estar contando -responde el tipo al que seguiremos llamando Jaimito por respeto a mis rótulas.
Nos cuenta que ese texto tiene que tenerlo por ahí, que lo buscará a ver. Ojalá lo encuentre.
Y luego me hacen leer esto en voz alta. Y cambiarle el nombre a Jaimito. O sea, del otro a este. Jaimito. Con lo gracioso que era el otro nombre.
0 réplicas:
Publicar un comentario