31.3.08

panopticon, #02


Volvemos al a carga.

Esta vez en plan tranqui: Tres fotos por semana, en principio lunes, miércoles y viernes. Por eso de que quería empezar en fecha redonda el día 1, que es martes, esta noche subirá una foto y mañana otra. La siguiente ya el viernes, la semana que viene otras tres, y así. Hay fondo de donde tirar y obviamente 3 fotos necesitan de bastante menos trabajo que 7, así que espero que me coma menos tiempo la cosa, claro, pero sobre todo que no tenga que subir fotos que a mí me parezcan nefastas, como me ha pasado demasiado a menudo.

pastelería probabilística

“¿POR QUIÉN PREFERIRÍAS SER VIOLADO/A?

Ramón García - 222 (41%)

Rouco Varela - 136 (25%)

Juan Carlos I - 92 (17%)

Arnaldo Otegi - 84 (15%)”

(Jose A. Pérez, Mi Mesa Cojea)

 

La probabilidad de que a uno le toque la Bonoloto es de 1 entre 13.983.816 (si juega, claro). Es un cálculo riguroso, y se calcula así:

1º, la probabilidad de que 6 bolas de 49 salgan en un cierto orden (digamos, que salen el 16, el 8, el 15, el 42, el 4 y el 23, así) es la probabilidad de que la primera bola sea la del 16 (1 entre 49) por la de que la segunda sea el 8 (1 entre las 48 bolas que quedarían), etcétera, o sea, 1 entre 49 x 48 x 47 x 46 x 45 x 44, es decir 1 entre 10.068.347.520. Pero como el orden da igual y uno gana con esos números (eso sí, después nada de hacer viajes aéreos sobre el Pacífico, ¿eh?) salgan en el orden que salgan, y estos se pueden ordenar de 6! = 6 x 5 x 4 x 3 x 2 x 1 = 720 maneras distintas, la probabilidad de ganar asciende a la una entre casi catorce millones que decíamos antes. Es la que es, y si uno juega sabe que es casi seguro que perderá. Por eso, y por lo que se puede hacer con la pasta, es por lo que se considera que cuando alguien ha ganado la Bonoloto ha tenido una coña de espanto.

Y ahora salgamos de la autovía limpita y recta de la certeza y la exactitud para hacer algo de off-road estimativo: Sea P la probabilidad definida de la siguiente manera, P = A x B x C x D x E, donde:

A es la probabilidad de que una persona sueñe con un desconocido y este diga una cierta frase. Digamos que es de un 10%, 1 de cada 10 (es difícil acertar una frase concreta en un sueño, pero se sueña muchas veces, y la frase era rara, pero los sueños también lo son).

B es la probabilidad de que luego esa persona conozca a alguien que termine involucrado en parecidas circunstancias a las del sueño, y en ellas diga esa misma frase. Y la estimo en un 1 por mil, un tanto a ciegas.

C es la probabilidad de que la primera persona sepa identificar cierta constelación (una concreta) en el cielo. Y digamos que es del 10%, también.

D es la probabilidad de que esa primera persona haya visto esa constelación por todas partes en relación a ciertas circunstancias, lo que le ha hecho asociarle un cierto carácter mítico a esa colección de estrellas. Digamos otro 1 por mil.

E es la probabilidad de que por cuestiones genéticas, la primera persona conozca a una segunda persona con una colección de lunares con la forma de una parte característica de esa constelación, fácilmente distinguibles en el cuello. Digamos que esto nos pasa a 1 de cada 100 personas.

Entonces P es algo como 1 entre 10 x 1000 x 10 x 1000 x 100 = 1 entre 10.000.000.000

...que es unas 715 veces más complicado que ganar la Bonoloto, o igual de complicado que ganarla unas 715 veces.

Yo pienso en todo esto (ahora, o mientras me ducho y escucho a la Muchacha preguntarle a las cucharillas-lemmings que por qué se suicidan, o mientras intento atropellar peatones por La Latina, o mientras la escucho hablarme de Orión o seguir su serial cordobés). Y hago cuentas con los dedos, y rehago explicaciones, y me digo que claro, que normal que uno, cuando lo piensa, se sienta el tipo más afortunado del mundo. Al menos hasta que alguien acierte la Bonoloto 716 veces.

28.3.08

combatir el taxismo

“That’s right: I now have an asteroid named after me.”

(Phil Plait, The Bad Astronomer)

 

No tengo muy clara la razón pero la estadística es la que es: Cuando algún amigo o amiga mía se va a Londres, suele hacerlo los viernes en el primer vuelo, y el pobre desgraciado que se pega el madrugón para hacerles el servicio gratuito de taxi soy yo, que encima me deshago en frases del tipo de “que no que no, molestia ninguna”, “calla calla, te acompaño de mil amores” y “me cago en tu santa madre”, ese último ya más tarde, cuando el o la o los amigo o amiga o amigos en cuestión ya están en Londres tan felices de la vida, sacando fotos y riéndose de lo estirados que son los ingleses, mientras yo estoy en una oficina trabajando y muerto de sueño. Yo, que cuando les digo que esto bien vale un mes de limpiarme la casa nunca hablo en serio (básicamente porque se niegan, supongo, que uno es idiota, sí, pero hasta cierto punto). Yo, que pienso que, total, por otra noche más sin dormir como el Monstruo de Espagueti Volador manda qué más dará. Me mantengo despierto porque cada cinco minutos recibo un correo de la Muchacha, más simpática que todas las cosas, preguntando que si me he quedado dormido, que si no, zzz.

Total, que hoy se iban mi compi y mi ex-jefe y aún primo y amigo para allá, y yo, mientras les deleitaba con mis sublimes gustos musicales, les he llevado dándome prisa no porque hiciese falta o llegasen tarde, sino porque por lo que recuerdo de mis legendarios días asolando Europa, uno tiende a ponerse nervioso siempre cuando tiene que ir a un aeropuerto: Todos hemos visto demasiadas películas en las que demasiada gente corría hacia demasiados mostradores y llegaba demasiado tarde y operarias no demasiado preocupadas les decían eso de “lo siento, su vuelo acaba de despegar”. Así que cuando uno lleva gente al aeropuerto no suelen ver mal que corra y que insulte y grite y emita espumarajos ante cualquier alteración del ritmo o del devenir del viaje. Y como aquello es un aeropuerto y los taxis los gravitan como bandada de buitres a res muerta, y como hay taxistas que son, digamos, bastante pachorros, esta mañana he tenido que sortear unos cuantos y, como entretenimiento y por dar ambiente, les he dedicado cuanto improperio se me ha ocurrido. No deja de ser por dar ambiente y como forma de eludir el sueño. Pero cuando iba aplicándole el tratamiento del vocerío y el adelantamiento rampante por la derecha al taxista milésimo tercero, una intuición repentina ha florecido en mi abotargado cerebro: He pensado primero que los taxistas son seres esencialmente malignos. Que ya sé que no es idea ni nueva ni original, pero luego, lo que he pensado, es que esa maldad, tan específica, merecería un nombre apropiado, que naturalmente sólo podría ser, redoble de tambores, taxismo.

Taxismo. La rima ya lo hace temible. Pero una rápida visita a la wikipedia y un reemplazar cuatro letritas por otras tres, nos da esta lectura:

The term taxismo was coined by the Italian taxist dictator Benito Mussolini and Hegelian philosopher Giovanni Gentile. It is derived from the Italian word taxio (...) and from the Latin word taxes. (...) It is also strongly associated with the taxist militia "taxi italiani di combattimento"...

Y ¿no suena demasiado inquietante para ser irreal? ¿Qué no nos contaron? ¿Qué nos falta por saber? ¿Qué pasado oscuro de dominación, tirania, invasión de carriles y obstrucción de pasos de cebra ocultan los taxistas? ¿Quién mejor que una horda de taxistas haría una blitzkrieg, que en esencia consiste en cruzar una raya continua?

El taxismo está ahí. Quien no quiera, que no lo vea, pero el taxismo está ahí. Dominándonos en la sombra. Medrando. Conspirando. Pitando. Y yo, yo lo voy a combatir. Yo, lo voy a combatir.

Y quien quiera alzar la voz de su claxon junto al mío, bienvenido sea en esta nueva lucha por la libertad.

¡Abajo con el taxismo! ¡A las barricadas, camaradas! ¡A las barricadas!

27.3.08

palabras

"Durante mi larga estancia en Francia, sólo recuerdo una ocasión en la que un dignatario de la Iglesia católica apareció en las primeras páginas de los periódicos: fue cuando el cardenal Jean Daniélou murió súbitamente "en epectasis de santidad", según explicación de un teólogo (pocos días después, Le Canard Enchaîné aclaró que el epectasis en cuestión se llamaba Mimí y era una bella bailarina de streptease ante cuyos encantos el cardenal había sucumbido del modo más literal de los posibles)."

(Javier, El dedo en la llaga)

 

Meditaba yo hace poco con la Muchacha sobre el valor de las palabras. De determinadas palabras. De lo que significa intentar expresarse con ellas, con estas cosas que uno apila con la esperanza siempre un tanto absurda (todo escritor, supongo, es bastante consciente de ello) de usar a estas pequeñas tramposas para explicar algo que, en esencia y por mucho que queramos engañarnos, tiene un grandísimo componente no verbal. Hay tantos matices en el sentimiento, hay tanta intimidad y tanta complejidad en ellos que uno se ve intentando construir una representación fiel del Conjunto de Mandelbrot con ladrillos. La herramienta común, el idioma compartido, está lastrado de partida precisamente por ser común, por ser compartido: Es algo que todos debemos utilizar, y por utilizarlo todos, no me sirve para expresar lo que es esencialmente mío. Podré construir con él aproximaciones más o menos fieles, pero al final todo se queda en una aproximación, en una proyección de la idea sobre el plano de lo decible, que podrá ser más o menos afortunada, pero nunca exacta. Y eso, a la hora de intentar decir ciertas cosas, es frustrante, porque son cosas que merecería la pena decir con exactitud, describir con todo su nivel de detalle, pintar con toda su belleza.

Hasta ahí llego habitualmente cuando pienso estas cosas, lo que como suele ser normal en mí pasa más veces de las que quizá debería. Lo raro es que siga pensando a partir de ahí, y bueno, estos días lo he hecho, y he llegado a dos bonitos peros a la teoría esta de la frustración.

El primero viene de la intuición: La comunicación no es sólo que uno se ponga a intentar decir lo que realmente quiere decir: Eso es menos de la mitad del negocio. Al interlocutor, a mi lectora, a mi oyente, le corresponde la otra parte del negocio. Y ella tiene más información que la que llevan los borrones de las palabras; ella recuerda cómo la miran mis ojos, mis sonrisas de bobo, recuerda abrazos, caricias y tonos de voz. Dispone de todo un arsenal de información no verbal, y además, cuenta también con el instinto.

El segundo viene de un blog/comic del que soy adicto, xkcd.com, en el que el otro día salía el zombie de Richard Feynman, ¡ni más ni menos!; Precisamente pensando en esto recordé yo ayer esa tira cómica, y con ella a ese genio y su empirismo declarado, todo aquello que decía de la teoría y la práctica, y que si los experimentos no concuerdan con la teoría es que la teoría está mal, y me dije pues ea: vamos a tirar de mundo real, a ver qué pasa. Si las palabras son ordinarias e incapaces de transmitir la totalidad de un sentimiento, a su reacción, a la respuesta, debe pasarle lo mismo. Así que al salir del trabajo esgrimí mi teléfono, marqué el número de la Muchacha, y cuando respondió le solté un rollo confusísimo sobre palabras, valores y recordatorios de divagaciones previas, le conté mi teoría y mis planes experimentales y, finalmente, le dije

−Te quiero.

−¡Daviiid! ¡Pero qué diceees! −me respondió.

Y como me lo dijo contentísima y muerta de risa, y como eso, al margen de las palabras, era bastante evidente, ya puedo ir dándole la patada a mi teoría sobre lo grises que son las palabras. Bueno, no sería igual desde el punto de vista literario, donde uno escribe sin toda esa información extra, sin que la intuición tenga una base sólida sobre la que trabajar. Pero, a fin de cuentas, ¿a quién coño le importa la literatura?

26.3.08

loz iss vub tton y los tambores de guerra

–Lo tengo todo bajo control. Mira.

Extendió sobre la mesa de la cocina un plano enorme de la nave de Mollina y sacó un playmóbil hembra, que era ella, y un dinosaurio gordo de plástico, que era yo. Y me explicó el plan durante tres cuartos de hora.

(Martin, en una bitácora de cuadritos)

 

Sigo a vueltas con el correo electrónico, que tiene el don de ponerle a uno filosófico por mucho que tenga el día poco filosófico. Porque aunque a mí hoy no me apetecía ponerme a pensar bobadas, qué va uno a hacer cuando se sienta en su oficinesca silla, abre el gestor de misivas electrónicas, y plop, una maquinita que dice llamarse Deana Gould mantiene con tu seguro servidor esta conversación, según va leyendo el spam y contestando mentalmente,

−What comes to mind when you hear the words Loz is Vub tton?

−¿Que alguien está hablando con la boca llena o sufriendo una posesión infernal?

−Of course, the classic style...

−O que está borracho.

−...the superior quan ity of their bp gs...

−...o que se ha tragado un hueso de... ¿Perdona, qué? ¿¡ity!? ¿be pe ge ese? ¿Estás bien?

−...their unique look...

−Sí, los borrachos tienen aspectos curiosotes a veces.

−and their inflk ted price tag

−Mira; yo casi que mejor me quedo con lo de la posesión infernal.

En fin. Mentí. Con lo que al final me he quedado es con la impresión de que debe ser imposible escribir Louis Vuitton y esperar pasar algún filtro antispam (cosa que según un experimento que realizo en estos instantes, a ver... no es cierta), o que este bot spamero ha intentado demostrar sus dotes innovativas escribiendo ese nombre mal todas las veces que ha podido de las más diferentes formas: A lo largo de ese correo además de Loz is Vub tton lo llama Lq uis Vuz tton, Lz uis Vuie ton, Loj is Vuitp y por último y por fin de forma esclarecedora para mí, Lou1s Vuitton. Termina uno pensando que como esto siga así el spam sólo lo van a entender los criptógrafos.

O quien sabe, igual es sólo que no sabía escribirlo bien, yo he tenido que buscarlo en Google.

En otros órdenes de cosas quisiera yo aprovechar para declararle la guerra a un blog, sí, declararle la guerra a un blog, concretamente al de la chica de rojo sobre fondo gris, porque pretendo 1. apropiarme para uso y disfrute exclusivos de la Muchacha y mío de cierta palabra que utiliza en ese post, y 2. comunicarle al mundo que anoche me hinché a dormir mediante el método inigualable de quedarme dormido en el sofá hasta las 4 de la mañana. Que no es que vaya a importarle a nadie, pero por si las moscas, que luego cuando se me vea con los ojos anormalmente abiertos y la boca inusualmente no-bostezante talando árboles en El Retiro para confeccionar astiles de flechas, maderos de navios, partes de piezas de asedio y demás utensilios típicos del belicismo, seguro que alguien viene a preguntarme por mi vida y mi circunstancia.

Y no señora no. La guerra requiere de concentración.

¿Alguien sabe si venden arietes y drakkars en Ikea?

25.3.08

correo va, correo viene

“Fundamental la diferencia entre acariciar y frotar. A nadie le gusta que le saquen brillo.”

(Sti, ElMundoSegún Sti)

 

 

Y sigo a vueltas con el correo, que tantas alegrías da. Hoy toca surrealismo, hacer cuernos, berrear, menear el cuello como quien quiere partírselo y ponerse tapones en los oídos. Anoche me llegó esto;

 

Date: 23 Mar 2008 12:04

Subject: Official NECROMANTIA merchandise is available

 

Hell!

 

It was November 1989, when Magus (also known as Magus Wampyr Daoloth – bass, vocals) and Makis (also known as Baron Blood – 8-string bass, bass solos) met to start writing the first lyrics for a band which just one night ago they decided to call NECROMANTIA. The guys were pretty excited and determined to create utterly dark, evil and innovative music. Since both of them played bass they thought that it would be an excellent idea to use an 8-string bass instead of the usual rhythm guitars. The very personal sound of NECROMANTIA was born! Since 18 years now they are doing the devils work with respect and dedication to the Dark Forces we choose to ally ourselves with. And, for 18 years they create their own sound instead of copying others, remaining loyal to Black Metal music and to Metal Music in general. They dive into the very depths of Hell with Satan as their guide, and through their music and lyrics they offer all their knowledge to you as well: Their personal experiences of the Occult and Daemonic in a very honest and true way, since this is their way of life. NECROMANTIA never tries to impress you with typical Black Metal pictures and imagery, it's just their music and lyrics that speaks for themselves. This their new album "The sound of Lucifer storming Heaven" is a fist in the face of contemporary Black Metal. It is violent, aggressive and twisted the NECROMANTIA way! It is a proof Black Metal is not pseudo-romantic Gothic tunes, but violence, brutality, sinister melodies, majestic atmosphere and most of all powerful Metal feeling and creativity."

 

Y luego bla bla bla, habla de una marca de ropa que ofrece el merchandising del grupillo este, amenizado con unas cuantas fotos de sudaderas y camisetas de aspecto muy tr00, que se dice en estos casos.

Cuando se hace pesca de arrastre, uno de vez en cuando atrapa a un primo de Flipper, ve como una de las redes se hace polvo contra algo o simplemente recoje cosas raras. Como en lo musical eso es precisamente lo que yo hago, correos como este son mi penitencia, y la consecuencia del ansia. Sinceramente no tengo ni idea de por qué esta gente tiene mi correo. Supongo que la habrán sacado de algún foro o de las listas de boletines de alguna de las discográficas en las que estoy apuntado. Pero sospecho que no lo que esperan ni los remitentes de ese correo (un cliente), ni el par de bajistas satánicos que hace 18 años pensaron que era una idea cojonuda prescindir de guitarras y resolverlo todo ¡metiendo un bajo de ocho cuerdas!

En cualquier caso, siempre resulta reconfortante saber que aún queda gente así de tr00. Gentecilla que hace black metal probablemente del que considero infumable, con sus nombres estúpidos (¿Wampyr? ¿¡Wampyt!?), con toda su parafernalia de Satán guiándoles de la mano en travesías infernales por allí y las fuerzas oscuras con las que se alían por allá y en fin, todo lo que se puede esperar de aquellos que saludan diciendo “Hell!” Una vez que uno logra silenciar esa vocecita que me dice que en qué consistirá eso de aliarse con las fuerzas oscuras y si será una estupidez tan grande como a ella le parece (la misma que no para de insistir en que eso de los dos bajos sin guitarras a ella no le parece una idea para nada excelente) y que se consuela pensando que al fin y al cabo igual de ridículo es todo esto que las mallas de los Maiden en los ochenta, el saber que hay gente que va por ahí viviendo tan a fondo estas tonterías, alabando la violencia y la brutalidad y poniendo voz gutural hasta para preguntarle a la hija de seis años si ha hecho los deberes es estupendo por dos razones. La primera, porque estos tipos demuestran que si a uno le da la gana hacer algo, puede hacerse, al menos a veces. Y la segunda, porque hace pensar si el mundo no sería un lugar mucho más bonito si, no sé, George Bush se hubiese dedicado al trash metal, Osama Bin Laden tuviese un grupo de folk-rock o Aznar, Acebes y Zaplana fuesen bailarines flamencos. Así que ya sabes. Si sueñas con matar al mundo, si tienes un dios (o diablo) que te pide sangre, si odias a la humanidad y soñar con vísceras te hace relamerte, mejor hazte músico y deja al mundo en paz. Que al fin y al cabo, sólo ha habido un Varg Vikernes, con su asesinato, sus fugas y su manía de prenderle fuego a iglesias.

 

P.D: Hablo de todo esto por hablar, que ni he escuchado al grupo. Pero como no voy a poder evitarlo dejo aquí el link, para no tener que buscarlo luego, y por si alguien comparte esta manía de tener que escuchar estas cosas un ratito, por si al final lo de los dos bajos fuese una buena idea y todo.

24.3.08

aberratebalsa

“No suelo ser asiduo de reseñar otros blogs. Si escribo en éste es para remediar mi grafomanía, no para documentar la de los demás.”

(Ender, en Halón Disparado)

 

Y ya es lunes, y hay que venir otra vez a la oficina, sufrir el madrugón, aguantar un dolor de cabeza que debe venir, supongo, del cambio horario que supone esto de levantarse tempranito otra vez, y que no lleva nada bien que todo el mundo venga a preguntarme que qué tal me fueron las vacaciones, porque por majetes que sean a mí lo que hoy me piden las dendritas es que las dejen tranquilas en algún lugar de sombras y que si ya pudiese dedicar el día a No Hacer Nada pues mejor que mejor, en fin. Son las diez. Me iré de aquí sobre las seis, y a las seis y cuarenta estaré tan feliz de la vida tuneando un Pontiac GTO virtual. Mis dendritas tendrán que conformarse con esa promesa, y mientras tanto aguantar rumiando esas tonterías que les gusta a ellas rumiar, como por ejemplo el asunto del monoteísmo o el de Aberratebalsa. Por partes:

Esta mañana la prensa gratuita estaba de lo más aburrida. Yo iba pasando sus hojas con esa impresión de estupidez autoconsciente que me da ojear prensa gratuita aburrida cuando, bajo el periódico, llevo un libro gordote que me está gustando y me muero por seguir leyendo. Cada página era un movimiento tedioso de ojillos soñolientos y un rato perdido más, pero en fin, uno siempre mantiene la boba esperanza de encontrar algo que haga que haya valido la pena el asunto. Y ya pensaba yo que nanay cuando he llegado a la última página: La programación de la tele. Y ahí, el cebo y el cepo: Se pone uno contentísimo de ver que por una vez ponen algo digno de contemplación arrebolada en la tele para luego ver que no, que ni ese placer puede uno darse, que a la misma hora ponen dos obras imprescindibles: Hoy emiten La leyenda del Luchador Borracho por La Sexta y, a la misma hora, El Sargento de Hierro por Telemadrid. ¿¡Qué veo yo!? ¿Por qué no existe una película de Jackie Chan en la que jure y perjure como ese Clint Eastwood, o una de Clint Eastwood en la que este haga kung-fu borracho? Y me he rasgado las vestiduras y me he muerto de envidia pensando en los monoteístas, esa gente que no tiene estos problemas, que no tienen varias deidades compitiendo por su audiencia de fieles, en fin. ¿Qué haré, qué no haré? Ni idea, por ahora. Probablemente, mandar a los dioses competidores al garete y seguir con el repasito de Lost que Juanito y yo estamos haciendo desde el principio, que ahora vuelve a rondar la segunda temporada. En fin.

Y luego llega uno a la oficina y se encuentra con que el correo laboral, siempre tan propenso a las filtraciones extrañas, tiene una serie de correos ultrabreves con textos de lo más raro. A mí me tienen intrigadísimo. No traen ni enlaces ni instrucciones para hacerme asquerosamente rico colaborando con otro genocida ruandés, sólo dicen cosas como estas,

“may amazeappointee but amoeba”

“! accelerateadenosine it's adage”

“try austinbarnyard on analgesic”

“it's alfrescoascription not abash”

“in aberratebalsa it bangkok”

Puro y duro spam compuesto por alguno de esos bots artistillas que me vienen a mí fascinando desde hace año y pico. Quien sabe, tal vez viniesen con sus imágenes sobre pastillitas y precios, que el filtro de este correo no me deja ver. Pero yo prefiero verlas así, combinaciones de cuatro palabras (si “!” puede considerarse palabra, aunque de alguna forma habrá que considerar a tan original uso de un signo de puntuación) confusas, sugerentes, absurdas y de alguna manera bellas. ¿Qué dicen nombres como Amazeappointee, Adage, Austinbarnyard, Abash o Aberratebalsa?

Por todo esto es por lo que en vez de No Hacer Nada estoy pasando la mañana pensando en esas palabras. La primera no me dice gran cosa (despertar ecos visuales de trincheras y resentidos veteranos franceses de la Primera Guerra Mundial, como mucho). La segunda me sorprende porque existe, y encima me ha hecho enterarme de que existe en inglés una palabra tan genial como apophthegmata. La tercera, que un tal Austin tiene un patio extremadamente pequeño (como de equivalente a 10-28 ) donde planta aspirinas, la cuarta que hay más gente que seguramente lee prensa gratuita en vez de libros que les gusten, y la última me hace pensar que si tuviese que bautizar a un dios justo ahora, en este instante, le llamaría así, Aberratebalsa.

El nombre tiene tal peso, tal contundencia, que el tío Goo calla cuando le pregunto con él. Silencio en la red al respecto. Y yo me pregunto ¿seré el primero en mencionarlo? ¿O habrá por ahí páginas y páginas hablando de Aberratebalsa, que por la furia divina, por pronunciar un nombre prohibido, han desaparecido hasta de la caché de Google? ¿Sueñan los aguacates, realmente, con convertirse en guacamole? ¿Tiene esto último algo que ver con Philip K. Dick y sus ovejas cibernéticas?

El tiempo lo dirá. Ya me buscaré a mí mismo, a ver qué pasa, e indagaré sobre si al santo profeta de la ciencia ficción le gustaba el guacamole.

23.3.08

flashback, flashforward

Quien no le de al play será ejecutado sumarísimamente: Versión estupenda en dos guitarras de una de las mejores canciones de mi vida, que son unas cuantas.

De mirar atrás ya se encarga ella: Va por esa parte de Lost, por la de las miradas al pasado, ¿cómo eran las cosas hace tres meses, hace seis meses, hace un año? ¿Qué se veía desde aquellos puntos en el camino? Yo, como aún le saco dos temporadas de ventaja, me dedico mientras a los flashforwards, a hacerle descosidos al espaciotiempo y con el periscopio del profeta, mirar hacia delante.

Pero como Dios no es J. J. Abrams, supongo que no sale igual. Ahora que casi mejor, qué suplicio ser personaje de Abrams, qué de cosas le pasan a uno.

En cualquier caso: La semana santa ha sido cosa de ocupaciones, hasta el mensaje anterior, y de presentaciones en sociedad, desde entonces. Todo muy previsible. Cómo mi familia no iba a adorar a la Muchacha, si sonríe como sonríe, cómo sonríe.

Qué sensación más curiosa de invasión victoriosa que da ver a los amigos de toda la vida, los amigos míticos con los que uno ha vaciado destilerías y vivido vidas y vidas charlando muertos de risa con ella.

Y el viento en el pelo
y los caminos de tierra
¡y los Rise Against en la radio!
y el contravolante en las curvas anchas, y el coche cruzado
y la gente feliz por uno, que siempre enternece
y en fin, esa sonrisa
y uno orbita
y en fin, es cierto, soy un mundo aparte, decía la legendaria Carmen Moreno
el pequeño planeta, dice la Muchacha
porque sabe que es un solete
y me ve dar vueltas y vueltas alrededor
en fin.

Otro punto a marcar con una chincheta en la serie: El capítulo ocho de la cuarta temporada. Maaadre.

Pero en el fondo a mí me parece bien que no haya dios, aunque no sea J. J. Abrams.

19.3.08

seré breve

La primera parte de las vacaciones, consistente en que la Muchacha me diese diez millones de razones más para quererla, que no hacía falta pero bueno, termina... ahora.

Y ahora, también, comienza la segunda parte, consistente en que yo consiga no darle diez millones de razones para aborrecerme a mí, a los míos y al maldito valle en el que surgimos y, en los ratos libres, medramos.

Motivos estos que explican primero el silencio hasta ahora y, segundo, el silencio desde ahora hasta, no sé, ¿el domingo?, ¿el lunes?

Ah, el futuro incierto, el principio de incertidumbre y todo eso.

16.3.08

y si quieres caldo, pues toma dos tazas

Fuimos el viernes la Muchacha y yo a la boda de uno de sus amigos. O a la fiesta de la boda, pues fue por lo civil, a mediodía. De tal forma que medio por casualidad medio a conciencia se celebro justo dos años después de que los novios se hubiesen conocido.

Como mis padres son los dos del mismo pueblo a mí siempre me extrañó un poco que la gente tuviese padres y madres que fuesen de diferentes lugares. Eso de que no existiese "el pueblo" sino "el pueblo de mi padre" y "el pueblo de mi madre", no sé, los niños tenderán a asumir que lo suyo es lo general, supongo, y a sorprenderse de lo diferente, y sobre todo a sorprenderse de que lo diferente sea la norma.

Y bueno, luego estaba esa gente rarísima que por no tener, no tenía ni pueblo, y eran de ciudad. Algunos, pobres, incluso se enorgullecían de ellos. Paletos, gruñían, y yo pensaba que qué pena. Las zarzas, las tapias, robar un par de melocotones de los huertos, el sol, las piedras y el cielo azul sin recortes urbanísticos, poco precio era una palabra despectiva.

En ese sentido de aquíes y allíes, pueblos maternos y paternos, lo de la boda del viernes ya fue brutal. En vez de nacionales con numerales romanos y un par de cientos de kilómetros, la distancia entre los orígenes era en ese caso transoceánica. Por complicar mis intuiciones infantiles encima la Muchacha y las amigas que la acompañaban tienden a considerar aquel lado más patria que este, en muchos sentidos. En fin, se las apañaron para colar un mariachi por sorpresa, y todo, para que les cantase a los novios. Mariachi globalizado, que resultó ser de Quito, en fin. Aquíes y allíes otra vez.

Pensábamos en todo eso y yo, considerando la larga lista de domicilios que ha tenido la Muchacha, y cuántos sitios tiene en la memoria como para recordar con nostalgia, yo la pregunté que de dónde se siente ella, que cuál diría ella que es su patria. Ella se quedó pensándolo un rato, me miró sonriendo, y respondió,

-Tú.

Me hinché como un pavo y diría cualquier tontería. Bailamos, descubrimos que todos los bares de Tres Cantos tienen Capitán Morgan (¡Capitán Morgan!), y al día siguiente conocimos a la legendaria Carmen Moreno y celebramos el 68º cumpleaños de Chuk Norris. La felicidad.

14.3.08

probando la existencia de Dios

Pensábamos que nos saldríamos de rositas, pero no: Ay, cómo me acuerdo yo ahora de aquel integrista católico que una vez terminó un debate conmigo con un dulce y compasivo “arderás en el infierno, y yo lo veré riendo desde el cielo”. Pero no se lo reprocho, porque al fin y al cabo soy un tipo bastante desquiciante. Sobre todo cuando alguien quiere discutir en serio sobre cuentos de hadas.

Pero no, decía; aparte de las profecías del señor Losantos esta mañana, oh pobre yo, he enchufado el ordenador para ver si algún insomne había puesto ya a tiro el 7º episodio de la 4ª temporada de Lost, y en lugar de eso me he topado con este titular en El País,

“Un cura obtiene el mayor premio académico del mundo por probar supuestamente la existencia de Dios”

Lo primero que he pensado ha sido ¡santamaríamadredediosruegapornosotrospecadores!, porque al fin y al cabo una cosa es ser ateo y otra gilipollas, y no es plan andar con los pies encima de la mesa de la oficina cuando te dicen que aunque no haya luces y estén las persianas bajadas el jefe está en el despacho. Lo segundo, he seguido leyendo este bello ejemplo de periodismo metafísico, por confirmar mi condena y tal. Resulta que el señor Michael Heller, cuyo cumpleaños fue hace dos días (felicidades, señor Heller) y en cuyo currículum figura que es profesor de filosofía (en la Academia Pontífica de Teología en Cracovia, ejem) y está doctorado en cosmología (por la Universidad Católica de Lublin). Aunque todo esto no viene en la noticia, y lo he tenido que buscar yo por ahí. En fin, sigo con la noticia. Tras el glorioso titular que ya da que pensar, porque pegar juntas dos palabras como “probar” y “supuestamente”, contradictorias en su misma esencia, pues probar implica pasar de las suposiciones a las certezas y suponer que, ante la incapacidad de probarla, se asume una hipótesis para seguir un razonamiento, la noticia pierde algo de fuelle a la altura del segundo párrafo, que empieza diciendo “las teorías de Heller no se centran tanto en ofrecer pruebas de la existencia de Dios como en suscitar dudas acerca de la realidad”. Con lo que yo reelaboro mentalmente mi titular de forma que dice “un cura obtiene el mayor premio académico del mundo por suscitar dudas acerca de la realidad”.

Y la noticia hace plop cual pompita de jabón poco después. Se dedica otro párrafo a los piropos que los portavoces de la Fundación Templeton, que da el premio y no tiene nada que ver con el legendario Fénix del Equipo A, algo de esperar teniendo en cuenta que le han sacudido un millón y pico de euros, y después se nos habla de esta fundación, que resulta ser una panda de integristas dedicados en cuerpo y alma a defender el Creacionismo y el Diseño Inteligente. El redactor, tal vez movido por una intuición que le decía que si no hacía algo con lo que estaba escribiendo un bloguero buscaría sus rodillas por las calles con una sierra para metal, cita la opinión del legendario Richard Dawkins sobre el premio de marrás: que viene a ser que es un premio o soborno para científicos que digan cosas bonitas de religión.

El premio tiene el mérito y el fin de ser el de mayor cuantía del mundo en el “ámbito académico”, en el que nominalmente se inscribe: Con tal fin, se reajusta año tras año para soltar más pasta que los Nóbel. Pero a diferencia de los Nóbel no veo yo que haya producido muchos resultados útiles desde que en 1.973 le fue otorgado el primero a la Madre Teresa de Calcuta, cuya trayectoria científica por cierto yo desconocía (quién iba a pensar que 40 años de caridad equivalen a un título científico. Aunque en rigor hay que decir que sí se lo han dado después a científicos serios... por opiniones). Tampoco tengo idea alguna de por qué pretenden ser el premio más generoso. ¿Será una forma cara de publicidad? ¿Será por prestigio? ¿Será un ejemplo insuperable de falacia lógica del argumentum ad crumenam, asumir credibilidad enseñando billetes? ¿Y después de que Benedicto XVI no haya proclamado la riqueza como nuevo pecado capital, no es algo incoherente todo esto? ¿Si esta gente compra turrón comprará aquel que promocionaban diciendo que era el más caro del mundo?

En cualquier caso, vuelvo a mirar el currículum de Heller: Las clases de filosofía las da en la en la Academia Pontífica de Teología en Cracovia. Su doctorado en Cosmología es en la Universidad Católica Juan Pablo II de Lublin, fundada “para hermanar ciencia y religión”. Y como se menciona en el titular, es cura. Y el premio lo da una organización religiosa. O sea, un creyente educado en instituciones religiosas en las cuales está implicado trata de darle una pátina de credibilidad científica a sus creencias irracionales (o ni eso, porque encima por lo visto él lo que intenta es que dudemos de la realidad), por lo que es premiado con un pastón por una institución que se dedica a soltarle millones de euros a quienes intentan darle una pátina de credibilidad científica a sus creencias irracionales con el evidente fin de revestirse de un cierto prestigio racional.

Pensándolo bien creo que después de todo y a falta de una demostración rigurosa, imparcial y que no tenga suposiciones, yo voy a seguir siendo ateo. A mí esto de los premios científicos a suposiciones que vayan siguiendo las creencias de nadie me da bastante mala espina.

13.3.08

7.948.800 segundos más tarde

Como nuestros cerebros son, entre otras cosas, mecanismos que miden el paso del tiempo al ser conscientes de él, algo dentro de nosotros siente a veces el impulso irrefrenable de ponerle marquitas a ese fluir imparable, e ir acotando plazos. Y por eso nos gusta celebrar bodas de oro, bodas de plata, cumpleaños y aniversarios. Aunque si uno lo piensa bien sea un tanto absurdo celebrar que, digamos, el planeta que pisa ha dado una vuelta completa más en torno al sol desde que nació. Es estupendo que alguien quiera regalos, tarta, velitas y felicitaciones, pero ¿qué tiene de particular completar un giro, si el planeta ni siquiera ha vuelto a su posición de hace un año, porque el sol va lanzado como un loco en su trayectoria por la galaxia?

Pero nos da igual, nosotros quitamos páginas de los calendarios. Contamos años y meses como quien mira un cuentakilómetros, olvidando las más de las veces que hay meses y meses, que no es lo mismo un mayo con sus 31 días que un septiembre con sus 30, y que estos a su vez son distintos al febrero de este año, de 29 días, que a su vez no se parece a tantos otros febreros de 28 días. Pero hey, si decimos que han pasado tantos meses, han pasado tantos meses más o menos, y no pensamos mucho en ello.

Y cuando esto nos pone nerviosos empezamos a tirar de los años, que se suponen más robustos, aunque los bisiestos anden ahí tocando las narices: Un año es un año y duran lo que duran, nos consolamos, mientras contamos los días que faltan para un cumpleaños o un día del padre: Vale, vale, o es bisiesto, o no lo es, y más o menos sabemos reconocerlos, sabiendo que los años que son múltiplos de 4 son bisiestos excepto cuando son divisibles por 100, en cuyo caso no son bisiestos a no ser que, como pasó en el 2000, sí sean múltiplos de 1000, pero como esto pasa muy de cuando en cuando (cada 100 años como poco) podemos despreocuparnos.

¿O no?

Pregúntale a un astrónomo (o a la Wikipedia). Está clarísimo una vez uno especifica si está considerando años sidéreos, años tropicales, años anomalísticos, años galácticos, años platónicos, años de eclipse. O no tan claro, pero al menos, con tanta distinción, uno debería pensar que eso que llamamos “año” tiene cierta tibieza por sí mismo. Cómo no la van a tener, si al fin y al cabo se cuentan en días (¿siderales? ¿solares medios?).

Pero nos da igual, nos gusta celebrar, nos gusta celebrar nuestras victorias triviales contra el tiempo, y sobre  todo, y este al menos suele ser mi caso, nos gusta recordar algo que pasó y rendirle un homenaje. Que el motivo sea algo tan vacuo como que hayan pasado N periodos de tiempo es, al fin, lo de menos.

Y por eso, por gruñón que sea uno, se pone tan contento cuando queda con la Muchacha para cenar porque se cumplen 7.948.800 segundos desde el momento en el que nos conocimos. En corto, tres meses ya. Un cuartito de año. Una estación. Un tiempo asombrosamente corto para cambiarle a uno la vida, que ha pasado increíblemente deprisa.

Y precisamente por celebrar los casi ocho millones de segundos pasados y lo que se avista en el futuro, ayer fuimos a cenar al primer sitio al que fuimos a cenar, hace tanta vida y tan poco tiempo. Como era miércoles Madrid estaba tranquilo. Sonaban tangos, para inmensa alegría de la Muchacha. El cocinero, un tipo genial que en salvapantallas del ordenador de las reservas aparece entre sartenes llameantes con cara de loco, no paraba de pasarse por nuestra mesa y decir “¿qué, todo horrible, no? Un asco, ¿verdad?” Nos zampamos unas setas (en honor a algo que no debo contar), un trozo del cadáver del pato lucas, la obligatoria pasta rellena de pera y dos montañas con nombres y sabores de postres. Y entre copa de vino y copa de vino nos asignamos dos nombres nuevos que-tampoco-debo-contar, planificamos delitos, planeamos fugas, propusimos vacaciones, y fue una noche estupenda.

Pero desde ya aviso que yo el 5 de abril quiero otro homenaje, porque se cumplirán 10.000.000 segundos.

12.3.08

la profecía era cierta, perdónanos oh señor

"It's a problem of success, and for the most part the problems of success are good problems to have."

(Neil Gaiman, en su Journal)

 

–Buenos días.

–Buenas.

Suena la puerta a mis espaldas, dejo el periódico a mi lado, me acomodo. Da a un botón, aparecen los números rojos de la cuenta, da el intermitente, mira al tráfico y me pregunta

–¿A dónde?

–Oh, hmmm, ¿si le digo que de vueltas a la manzana lo verá muy raro? –y él no contesta, sólo me mira por el retrovisor pensando que ya se le ha colado un loco en el taxi. Otro loco: nadie se hace ilusiones de unicidad en este Madrid–. Verá, sólo quiero pasar un rato sentado. Puedo gastar hasta 50€, si quiere se los pago ahora. ¿Podría ser?

Se lo piensa, frena en el semáforo, se rasca el cuello y mira por el retrovisor.

–Es su dinero –dice–. De acuerdo. Pero si le parece podemos ir a alguna parte y luego le dejo aquí otra vez. Dar vueltas a la manzana sería un poco raro.

Y aburrido, le leo.

–Vale, pues vaya donde quiera.

–De acuerdo. Y dígame.

–¿Perdón?

Me mira por el retrovisor, entrecerrando los ojos.

–Vamos a ver, si se monta en un taxi y no quiere ir a ninguna parte es que quiere hablar con alguien.

–Oyéndole cualquiera diría que pasa todo el rato.

–A veces uno se lo plantea, la verdad.

–¿Le dan mucho la lata, los pasajeros?

–Hombre, hay de todo. Pero oiga, no se corte, no puede ser peor que otros que ni se lo plantean. Y usted parece simpático.

Yo le sonrío y le doy las gracias. Nos vamos deslizando por el tráfico, entre esos camiones grandes y torpes que sus conductores mueven en un ballet chirriante pero delicado y los siempre peligrosos y descuidados autobuses urbanos.

–En fin, verá –empiezo, y carraspeo, y sigo–; Yo tengo una página web. Un blog, de estos que dicen, donde digo las tonterías que se me pasan por la cabeza, cualquier cosa.

–Ahá.

–Nada muy serio, en fin, soy un poco disperso. Cuento bobadas de mi novia, lo que veo por la tele, y lo que pienso de algunas cosas.

–Ahá –y pita a una furgoneta de reparto que le ha hecho una pirula. Acelerón e insultos de fondo, con efecto doppler.

–Y como hay más gente que hace lo mismo, y amigos que van ahí y tal, pues en fin, uno se gana una esfera de amistades en torno a eso –me emociono, y me voy poniendo pedante. Odio ponerme pedante con los taxistas y los camareros, así que carraspeo e intento no hacerlo.

–Ahá.

–De vez en cuando aparece gente que uno no sabe cómo ha llegado. Es normal, es público y está ahí a la vista de todo el mundo.

–Ahá.

–Y también de vez en cuando aparece alguien a quien no le gusta. Discute, y a veces uno hasta termina cogiéndole cariño, como me pasó con un tal Konrad.

–Ahá. Konrad. –mientras esquiva agilmente a una moto que intentaba estamparse contra nosotros.

–Pero otras veces no. En fin, hace poco entró un tipo, anónimo, no daba ni una cara, ni un nombre, ni nada, y se puso a discutir con absolutamente todo lo que decía.

–Ahá.

–Pero es que el tipo daba siempre razones absurdas, en seguida empezaba con las descalificaciones y los insultos, y era bastante insoportable. Además de ser anónimo y no ir nunca de cara, que eso siempre da cierto reparo.

–Totalmente de acuerdo. Hay que ir de cara –y clava de nuevo la mano en el claxon porque una anciana no termina de cruzar un paso de cebra. Si la anciana no hubiese incorporado esto como parte de su rutina, el escándalo probablemente le provocaría una crisis cardiaca.

–Pues sí. En fin, era un tipo pintoresco. Sus argumentos eran incoherentes, discutía sin ningún rigor, defendía ideas estrafal... eh, estúpidas, y lo más ridículo era que nos amenazaba con no volver, porque decía que él elevaba el nivel del blog.

–El blog.

–Sí, bueno, el blog, la página, lo que sea.

–Ahá.

–Lo que pasa es que como el tipo, pagadísimo de si mismo, nunca lograba con su lógica difusa que nadie le diese la razón, que el siempre pensaba que tenía aunque fuese tan fácil discutir las bobadas que decía –que me vuelve la pedantería, que me vuelve–, se fue echando a perder. Primero decía que se le insultaba y no se le daba argumentos, cosa que era precisamente lo contrario de lo que hacíamos, y luego, amparado en su anonimato, se dedicó simplemente a eso, a insultar a todo bicho viviente.

–Vaya.

–Era un poco patético, en fin, decía cosas como "tontolapolla", "julai", "caraculo-tontorrón"...

–¿En serio?

–Como se lo cuento. De patio de colegio total.

–¿Y por qué les insultaba?

Lo pienso un rato mientras él se salta un semáforo que casi casi casi estaba en amarillo.

–Supongo que querría llamar nuestra atención. O esconder la inseguridad que tendría machacada después de intentar discutir en serio, e intentar arruinarnos el día con sus insultos. Querrá compartir miseria, no sé.

–Pero es que esos insultos dan más risa que otra cosa, ¡tendría que oír lo que nos llaman a los taxistas! –cruza un paso de cebra esquivando un carrito de la compra.

–¿Qué es lo más fuerte que le han llamado?

Piensa un rato.

–No sabría repetírselo. Una vez alguien del este, desde una furgoneta, me dijo algo que sonó peor que nada de lo que haya oído nunca, da igual que no lo entendiese.

–Es lo que tienen los idiomas eslavos, la perfección respecto al insulto.

–Debieron pasarse siglos perefeccionando eso. ¡Qué voz! ¡Qué cara desencajada!

–Usted verá, esos inviernos larguísimos con todo helado y dos metros de nieve en la calle sin nada que hacer mas que beber vodka...

–Visto así es normal. ¿En fin, qué pasó con el tipo ese?

–Oh. No sé, me intrigaba. O sea, iba día tras día a ver una página que despreciaba, a que lo insultasen y a ser insultado, ¿quién hace eso y por qué hace eso?

–Por convertir su página en un estercolero, supongo, para darle por culo a usted –y toca el claxon con pasión y sin motivo aparente.

–Supongo. Y por joder.

–Sin duda.

Pasamos bajo un puente, la luz brilla entre dos tramos de carretera elevada, reflejo de luz en el costado de un camión, qué pena no tener aquí la cámara.

–Bueno –dice el conductor–. Piénselo así. Si ha llamado la atención de ese tipo es porque usted llama la atención. El lo intentó por las buenas y nada, y ahora está tan desesperado que le da igual llamarla en plan "oh, es verdad lo que dice este tipo" o convirtiéndose en un hijo de puta, y lo intenta con insultos.

–Intentaba.

–¿Ya no?

–No puede. Ahora sólo nos lee, no puede responder.

–¿Entonces dónde está el problema?

Miro al suelo del taxi, luego de nuevo por la ventana (árboles fugaces, un kiosko, una señal de stop), y luego miro de nuevo al taxista: hemos llegado a lo difícil.

–Es que tenía razón.

–¿Qué?

–Que tenía razón.

–¿Cómo? ¿Es usted un caraculo o algo así?

–Pues hombre, espero que no... no, es que él era de derechas, y a mí me estaba llamando siempre rojo, y partidario de Zapatero y tal, y yo no soy ni socialista.

–Ahá.

–Pero en fin, ya sabe cómo es alguna gente de derechas, tan apocalíptica, tan premonitoroa, como si fuesen los profetas del juicio final...

–La crispación que dicen –corta él mi nuevo arranque de pedantería.

–Eso.

–Pues con no hacerles caso...

–Es que no, que resulta que tiene razón.

–¿Pero a qué se refiere?

–Pare el coche.

–¿Qué?

–¡Pare el coche, por favor!

Él frena, da las luces de emergencia y se detiene en el lateral de una avenida tranquila y medio desierta, a estas horas. Yo cojo el periódico y paso páginas a manotazos, Finalmente le muestro una.

–Mire, aquí: En primer lugar ha nacido el Anticristo –y señalo con el dedo donde pone

Losantos sostiene que el PP le apoya y llama "hijo de Satanás" a Gallardón

–...¡Y tal y como ellos dicen se acerca el fin del mundo! –y paso más páginas y señalo ahora donde pone

La Tierra será tragada por el Sol en 7.590 millones de años

–¡Y todo esto sólo tres días después de las elecciones! ¡Tenían razón en todo!

El taxista me mira, por encima del periódico que tiembla entre mis manos. Pasan cinco segundos, diez, quince. Yo le dejo, hay que tomarse un tiempo para asumir el fin, la condenación, el horror de la suerte decidida, el arrepentimiento por los consejos que creímos estúpidos y que ahora comprendemos, cuando ya es tarde. Lloro en silenciosa contriccion, mientras pienso en lo injusto que he sido con el pobre troll, que sólo buscaba hacernos reaccionar. Y nosotros mientras riéndonos de sus insultos de instituto y de su capacidad reptiliana de raciocinio. Pero qué hijos de puta que somos. Y al fin, habla, y me dice sus últimas palabras, que son

–Fuera de mi taxi.

11.3.08

carla bruni

Últimamente todos los nombres de mujer que suenan a extranjero me suenan a amante de presidente francés.

Si mis despistes se materializasen, el francés este, Sarkozy, o Sarkozy, o Sarcovski, o como coño se llame, no podría gobernar. Estaría tendido en una camilla mientras unas cuantas enfermeras (feuchas, por prevenir) intentaban inflarle los testículos con bombas de aire de esas de las bicicletas, que al final nunca valían para nada porque los clavos en los caminos son mucho más profesionales.

Últimamente, me da por escuchar música alegre cuando estoy algo mustio. Suele ser al revés, suelo dejarme llevar, desplegar las velas, desentenderme del timón y marchar a hacerle algo de caso al mueble bar del camarote del capitán, pero ahora me siento un poco juerguista, un poco con ganas de clavarle la proa a las olas gordas y gloriosas. Que salpique la espuma, y si volcamos pues risa.

Últimamente, me da por escuchar música melancólica cuando estoy algo alegre. Las razones son distintas. Esta vez es más por explorar la gruta desde el otro lado de la barrera, desde la zona con tablitas en el suelo por donde se puede caminar sin resvalar y esnucarse o sin cruzar por donde una estalagtita ha estado engordando, glotona y paciente, esperando a que pase yo por debajo para hacerme un piercing craneal.

Últimamente me está dando por acordarme de cosas absurdas. Ahora que digo lo de las cuevas, me acuerdo de cuando fui a esas famosísimas que hay en Mallorca, esas que no nombro por no volver a dar palos de ciego como con lo de Zarco... Sarco... Sarko... el presidente francés, coño. Pero no me acuerdo de la última vez que fui, sino de la primera, que como sólo he ido dos veces, es la otra.

Últimamente me doy cuenta de que recuerdo muchas cosas que pensé que había olvidado, y he olvidado muchas cosas que pensé que recordaría siempre. Porque la primera vez que fui no hice mucho caso, era un crío y como buen crío no asumía nada como especial o único o irrepetible. Probablemente por la costumbre, porque entonces todo era especial, único e irrepetible. Pero era yo entonces, como todos, el espectador perfecto. Me dejaba llevar, miraba, mantenía mi interés lo que me daba la gana y luego pensaba en el sandwich que había visto yo meter a mi mami en el bolso en el hotel, o en la playa que habíamos pasado al venir y a la que mi padre había prometido que iríamos después.

Fui después las dos veces que visité esas cuevas legendarias que lamentablemente no consigo nombrar. Pero me gustó más la segunda. Siempre me ha gustado más el ver el mar, el acercarme al mar, que el meterme en el mar en sí. Con los años le he ido cogiendo el gusto, según iba yo asumiendo que a pesar de la existencia de la película Tiburón no estaba aquello infestado de bichos que pretendían almorzarme. Pero aún así uno llega y ahí tiene la inmensidad, el pulso eterno del mar y el viento contra la tierra, y se mete en el agua y sólo tiene, pues eso, agua por todas partes, y amenaza de medusas (cuando huyeron los tiburones de mi cerebro, acudieron las medusas).

De todas formas Mallorca siempre me pareció un lugar decepcionante: ¿Un lugar que tiene un sitio famoso porque ahí hacen perlas falsas? Por el amor del Monstruo de Espagueti Volador...

Pero fue en Mallorca donde yo vi por primera vez a un soplador de vidrio trabajando. Quedé fascinado, y quise aprender a hacer eso. Pero yo era un niño práctico. De vuelta al coche (fuimos a Mallorca en coche, pero la canción no fue cierta. Fuimos en ferry) pensé que ni tenía con qué hacer el vidrio, y aunque el tubo podría suplirlo, calculaba yo, con los palotes que sujetaban las cortinas de casa, que por experimentos anteriores yo sabía huecos, si hubiese hecho un fuego como el que hacía falta en casa mi madre me habría dado un par de tortas y me habría hecho una cena nefasta.

Quemar cosas es algo genético, sospecho, que yo he conseguido evitar. De mi horda de primos, de la que ya he hablado hace siglos, todos menos dos quemaron el monte en alguna ocasion, en nuestra tierna infancia. La fascinanción del fuego, y que éramos algo bobos. Pero que nadie se piense que los dos inocentes no abrasamos aquello por no ser bobos. Éramos muy corporativos respecto a la tontería.

Hacía siglos que no escribía de noche.

No lo sabía, pero lo echaba de menos. Es distinto.

La oscuridad, la oscuridad, la oscuridad. Y la música.



P.D: Un día tengo yo que contarte por qué la Muchacha me mira meneando la cabeza muerta de risa cuando pongo a los Russian Circles o los menciono o se tropieza con algún disco suyo en las entrañas de esta maquinita...

P.P.D: Me dice mi Agente que de hecho Carla Bruni es la mujer de Sarc... Zar... en fin. Y yo empiezo a dudar de si realmente vivo en este mundo o en otro en el que alguien me está colando pastillitas raras en la comida para que yo me olvide de cosas, hum.

rise against



Hace siglos que no hablo de música, y lo hecho de menos. Hice un amago hace una semana, cuando puse un post con unas cuantas canciones, sin más. Había una de los Rise Against, que son algo así como mi redención. En lo musical y en lo que no es lo musical.

Hay algo en este grupo que viene directo de (lo bueno que en su día tuvieron) Offspring y aquella escena de punk frenético y feliz de producción impecable. Hay una receta de éxito, una voz sentida de esas que a mí me pierden, sin duda no la mejor voz del mundo pero sí una voz insuperable que canta desde las entrañas, medio rasgada. Un intento, por lo general bordado, de no dejar que las canciones sean uniformes, de meterles ese cambio que las hace únicas, que hace que se las recuerde cuando ya han terminado, cuando uno va en el ascensor, cuando uno pasea, o friega, o duerme, o algo le duele, o algo le alegra.

Hay un algo en esta música, por las raíces que yo la encuentro, que me lleva de vuelta a entonces, a recorrer caminos polvorientos con las ventanas bajadas y la música atronando bajo un cielo azul de un tono puro y limpio como solo la montaña. Hay algo en esa música que me resulta liberador y terapético. Hay algo en esa música que va a hacer que esta semana santa me de por ponerles mucho en el coche, y espero que quien quiera sugerir que ponga otra cosa entienda, y me deje.

Porque a veces, hace falta.

Rise Against. Completar esa frase con lo que se tercie.

10.3.08

noches con y noches sin

“Actualización: la criaturilla radiofónica acaba de decir que Hitler también ganó unas elecciones. ¿No es entrañable?”

(RinzeWind, en Las penas del Agente Smith)

 

Primero la cortesía: Mi más sentido pésame a todos esos votantes del PP que saben que el apocalipsis ocurrirá cualquier día de los próximos 4 años: Habéis hecho lo que habéis podido. A mí que nadie me mire: Que no, que ni soy zapaterista, ni soy socialista, ni he votado al PSOE. Pudiendo tirar mi voto para que sea pisoteado por el D’Hont ese de marrás y ser así víctima de un abuso ¿cómo iba a dejar pasar la oportunidad?

Pero en fin, no venía yo a hablar hoy de política. En estos instantes ya lo han hecho, hacen y harán mucho y bien (o mal, según dónde y cómo se mire) multitud de dedines de ufanas personitas, a lo largo y ancho de esta blogoscosa. Yo de todo lo que leo me quedo con el análisis de Perro, el de Rinze, al que citaba ahí arriba, y el de Íñigo, pero sobre todo con las palabras del profeta de cabecera de este blog. Yo sólo podría decir “os lo dije”, pero jactarse de cosas está muy feo, así que zapatero a mis zapatos (ji ji) yo a lo mío: a dar asco con alguna cursilada insoportable.

¡A ver qué tal esta!

Por razones muy largas de contar la Muchacha ha dedicado una parte considerable de su vida a ser picada por insectos del tamaño de puños, padecer enfermedades tropicales, ser infectada por toda clase de parásitos, sufrir ataques de animales salvajes y demás méritos que le hicieron formar parte de un club de amigas que tenían por costumbre pasar más tiempo en hospitales transoceánicos que en su domicilio de por aquel entonces. Todo esto era tan divertido que no para de decirme que a ver cuándo vamos los dos a sufrir juntos todo ese martirio, lo cuál, incomprensiblemente, a mí me apetece muchísimo. Pero por lo visto todo eso hace que de cuando en cuando sus biorritmos se rebobinen, su cuerpo se piense que es la hora que no es, alguna alarma salte por el rebrote de tal o cual epidemia padecida por aquel entonces o la posibilidad del mismo, y reclame un poco de atención; ella entonces se despierta en mitad de la noche y piensa que ya que está, pues va al baño.

El viernes, por lo visto, fue una de esas noches. Contaba a la mañana siguiente, mientras nos embutíamos el mejor desayuno del mundo (incluía una pila de filetes de lomo), que se despertó y que estuvo zarandeándome y llamándome un rato, pues yo, dormidísimo, impedía su maniobra por culpa de un afectuoso abrazo inconsciente. Y dice que cuando por fin abrí los ojos y la miré ella me expuso sus intenciones, sus preocupaciones, su plan y las circunstancias que lo rodeaban; y que yo sonreí, la besé, sonreí nuevamente y me volví a dormir al instante, sin resolver para nada el asunto de su liberación, claro, y sospecho que sin haber salido para nada de las simas de la inconsciencia. Supongo que eso explica el origen del rosario de cardenales que adornan mi flanco de estribor, y tal vez cierto ataque con un bote de champú del que aún me resiento cuando camino.

Noches con ella, y noches sin ella. Anoche, noche del segundo tipo, me fui tarde a dormir, que es tradición. Mientras me iba quedando dormido un primer sueño se fue formando en mi cabeza. No recuerdo qué era, no recuerdo nada del mismo salvo que en ese momento me pareció relevante o gracioso. Yo abrí los ojos, pensé que lástima que la Muchacha no estuviese ahí para contárselo y me sumí en la melancolía.

Sólo pude salir de ella pensando equivocado que me acordaría esta mañana, y pensando acertado que ya habrá más sueños y más noches. Y también, por qué no decirlo, anticipando esa alegría perversilla que sabía yo que iba a darme cada cartel electoral del PP que me cruzase esta mañana por el metro. Que cuatro años más sin un gobierno del PP siempre es un motivo para dormir tranquilo. A pesar del bipartidismo y del D’Hont de marrás.

9.3.08

fe de erratas definitiva trolliana

"(...) el blogero de la cama sin hacer: un cursi insoportable
que acumula frases hechas porque suenan a progre..."

("Alfons", de profesión centrista)



Donde dije "troll" quise decir Alfonso.

¡Valiente!

Dicho lo cuál y asumiendo que los ladridos tienen la firma ausente del cobarde, los anónimos vuelven a estar permitidos.

8.3.08

a un pasito nos hemos quedado del tanga

Se dice que tomarse las cosas a cachondeo es algo propio del ser humano, tal vez pecando de homocentrismo. Pero sí que es cierto que si no las bestias sí al menos el concepto de bestialismo suele tener bastante poco sentido del humor.

Muchas veces se entiende como frivolidad, se entiende que quien se toma a risa la tragedia es un superficial o un miserable que no respeta el dolor ajeno.

No tiene por qué ser así. A veces, lo admito, lo es, pues siempre hay algún cabestro con el tonto subido. Pero el sentido del humor también puede ser aquello que nos hace soportable las travesías en tinieblas.

Ya lo sabemos todos: Hace 24 horas ETA mató a Isaías Carrasco, un obrero, ex-concejal, asesinado a tiros delante de su mujer y su hija. Triste revolución la que consiste en ir asesinando currantes indefensos. El mensaje de los asesinos es el de la desesperación, el del dolor ajeno, el de la evidencia de la indefensión. ETA nos quiere jodidos, ETA nos quiere apretando los puños y gritando rabiosos. ETA no nos quiere contentos ni de cachondeo, ni que nos tomemos a chufla la campaña. Así que mira, a tomar por el culo ETA, si quieren eso desde luego de mí no lo van a tener, y desde el dolor y la rabia, que se abra paso la sonrisa, el trasiego de la risa boba de cada día, la rutina feliz, que es lo que ETA quiere matar (enemigos de su Patria Vasca, léase obreros indefensos, al margen). Y si alguien lo ve cosa de mal gusto pues mira, me consolaré pensando que a ETA le parecería caso aún peor, en el improbable caso de que algún terrorista, en su ruta internáutica a la caza de mozas vascas en pelotas recalase en este blog (y de ser así ¡hijoputa!).

Ayer, minutos después de saber del atentado de ETA conocí un blog que me hizo reír y que a su manera también esconde una tragedia, pero de las buenas, de las que nos gustan, de las que incumben a los vivos que no somos carroñeros.

Así que te presento a Eva, la mujer que, hasta ayer, había hecho el seguimiento más genial de toda la campaña electoral:

http://evasedesnuda.blogspot.com



El drama de conocer este blog ahora es pensar que nos hemos quedado a las puertas, pensar en las 17.863 personas que hasta la fecha hemos votado para que llegase hasta el final y se quitase el tanga, y que nos vamos a quedar con las ganas por la suspensión de la campaña electoral.

Grandísima Eva, grandísimo pertenecer a una especie que puede recurrir al sentido del humor para denunciar y, a su manera, combatir lo que está mal. Sin necesidad de matar a nadie Eva ha conseguido ya más simpatizantes de los que le quedan a la panda de hijos de puta de las pistolas.
Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.