No, no vengo a contar lo triste que está Carlitos, mi pene, por el tiempo que hace que no lo saco de paseo por algún valle de carne, a escarbar en los agujeros a ver si encuentra agua.
Fresquito, aparte de ser un dibujante, es una persona a la que conozco desde hace... bueno, no sé, ya sabes, el tiempo y yo no nos hablamos mucho y nunca sé cuánto hace de las cosas. El caso es que nos conocimos en el foro de Blind Guardian, hace siglos, cuando los españolitos que por ahí andábamos terminamos encontrando un tema que se llamaba "Spain Rules!" y que bajo ese nombre que a mí, las cosas como son, me daba muchísimo repelús, era un rincón donde se hablaba (se escribía, en realidad) en español, que siempre es un respiro y una forma de conocer gente con la que en determinadas circunstancias puedes tomarte unas cañas, ir a conciertos y festivales, echar algún que otro polvo (aunque no es muy habitual, pero de todo ha pasado) y desvariar por el msn. El nombre luego, cuando el foro se modernizó, pasó a llamarse Sparus!, que era como lo llamábamos desde dentro, y dejó de sonar tan, no sé, nacional, palabra con siempre termina recordando que perdimos la guerra civil y que los ganadores y sus descendiéntes y acólitos siguen viendo tan propia.
Pasó el tiempo, nos fuimos conociendo, y había gente que caía bien y había gente que era insoportable hasta la náusea, como Fresquito, Myrddyn, J y Perro podrán confirmar (aunque valió la pena conocerlos por las risas que nos echamos a su costa). Pero al final no es casualidad que cuatro de los blogs a los que se llega desde este sean de gente que conocí en aquel foro. El caso es que, bueno, esto de internet trastoca las relaciones sociales convirtiéndolas en algo diferente a lo que eran antes, y así cuando por fin nos fuimos conociendo todos sufrimos algún shock al tratar de ubicar en aquellas voces y aquellos cuerpos a esas personas que, siempre, habíamos imaginado de otra manera. Cuando te has pasado noches y noches de cachondeo con alguien siempre es muy sorprendente enterarte de que, en realidad, no lo conoces ni de lejos como pensabas. Y volviendo a Fresquito, que naturalmente entonces no se llamaba así, le conocí en persona a la vez que conocí a otro montonazo de gente, y ahí andábamos todos, acampados en un patatal bajo una bandera del Betis, bebiendo cerveza y destrozándonos los pies en una playa de piedras que albergaba monstruos hostiles que siempre se cebaban con la misma, y tratando de meternos en la cabeza que esas personas que teníamos delante eran quienes en realidad creíamos que eran. Y aquí mi buen amigo se fue francamente desilusionado conmigo, cosa que yo entonces achaqué a mil razones como que andaba muy ocupado con lo mío. Pero luego pensé que sería que soy tímido y que en persona esa triste carne que da nombre a esto es todo lo que hay, y que yo, reconozcámoslo, soy una persona que se transforma en un bicho que o se aborrece o se adora cuando lo único que sobresale de mí, como nos pasó a nosotros entonces y como pasa ahora con este blog, son mis dedos tecleando a toda máquina y mi cabecita delirante conectada exclusivamente a ellos.
Pausa, que me he quedado sin música.
Ya.
Y luego, cuando se me conoce, pues suelo ser bastante más silencioso, voy mirando a todas partes menos a donde tengo que mirar, me distraigo, no hago caso y resulto, por lo general, bastante decepcionante. Esto es lo que terminé pensando, cuando dejé de ponerme excusas e inventarme justificaciones.
Así que cuando alguien no me conoce y lee esto, yo termino pensando que pobrecito quien sea, el día que me conozca y vea que, por loco que esté, a veces en persona lo disimulo perfectamente... o no tan perfectamente, porque aquí Fresquito algo se olía y quería al yo de verdad, al que él conocía desde seiscientos kilómetros de distancia. Pero claro, ¿puestos a considerar cuál de esos dos yoes es de verdad, no será el otro? ¿Y cuál prefiero ser?
He pensado mucho en eso, es lo que tiene el aburrimiento y los rechazos amorosos, que le hacen a uno pensar cómo trasladar todo este magnetismo seductor, borde, pastelero, maleducado, impertinente, repugnante y colosal que tengo por escrito a mi triste yo de triste carne. Y con el tiempo, no sé, sospecho que lo estoy consiguiendo, o quiero sospecharlo, o lo temo, no lo tengo muy claro, aunque sólo sea porque ahora hago mucho más el imbécil en vivo, y no sólo por escrito, de lo que lo hacía antes, y de pronto me encuentro soltando tonterías a toda velocidad ante alguna persona a la que conozco desde hace dos minutos y orgulloso de verla sonreír o, más habitualmente, poner cara de estarse preguntando que de dónde cojones me habré escapado yo.
Suena tan tópico que alguien, supongo, habrá dicho alguna vez que somos quienes queremos ser (sin ir más lejos un tal Betote en este blog, dice tío Google), y tal vez hasta yo mismo lo haya dicho. Pero no, porque yo querría no ser tan insoportable, algunas veces, ni tan estúpido, casi todas, y ya de paso ser algo más alto, algo más guapo y demás frivolidades, al final somos quienes creemos que queremos ser, o somos lo que podemos ser para parecernos a lo que creemos que queremos y, si uno es un poco bobo, debemos ser. Y aquí estoy yo, con mis treinta añazos con sus buenos decimales, todavía preguntándome qué soy o qué no soy.
Pero bueno, me queda el consuelo de que miro atrás y pienso que, al menos, ahora al menos paso más tiempo ocupando en ser yo, como sea, que en querer ser otra cosa, y que ahora, cosa que hace años no podía decir, siempre puedo decir que, por lo menos, me soporto.
Cuando no estoy insoportable, claro.
Fresquito, aparte de ser un dibujante, es una persona a la que conozco desde hace... bueno, no sé, ya sabes, el tiempo y yo no nos hablamos mucho y nunca sé cuánto hace de las cosas. El caso es que nos conocimos en el foro de Blind Guardian, hace siglos, cuando los españolitos que por ahí andábamos terminamos encontrando un tema que se llamaba "Spain Rules!" y que bajo ese nombre que a mí, las cosas como son, me daba muchísimo repelús, era un rincón donde se hablaba (se escribía, en realidad) en español, que siempre es un respiro y una forma de conocer gente con la que en determinadas circunstancias puedes tomarte unas cañas, ir a conciertos y festivales, echar algún que otro polvo (aunque no es muy habitual, pero de todo ha pasado) y desvariar por el msn. El nombre luego, cuando el foro se modernizó, pasó a llamarse Sparus!, que era como lo llamábamos desde dentro, y dejó de sonar tan, no sé, nacional, palabra con siempre termina recordando que perdimos la guerra civil y que los ganadores y sus descendiéntes y acólitos siguen viendo tan propia.
Pasó el tiempo, nos fuimos conociendo, y había gente que caía bien y había gente que era insoportable hasta la náusea, como Fresquito, Myrddyn, J y Perro podrán confirmar (aunque valió la pena conocerlos por las risas que nos echamos a su costa). Pero al final no es casualidad que cuatro de los blogs a los que se llega desde este sean de gente que conocí en aquel foro. El caso es que, bueno, esto de internet trastoca las relaciones sociales convirtiéndolas en algo diferente a lo que eran antes, y así cuando por fin nos fuimos conociendo todos sufrimos algún shock al tratar de ubicar en aquellas voces y aquellos cuerpos a esas personas que, siempre, habíamos imaginado de otra manera. Cuando te has pasado noches y noches de cachondeo con alguien siempre es muy sorprendente enterarte de que, en realidad, no lo conoces ni de lejos como pensabas. Y volviendo a Fresquito, que naturalmente entonces no se llamaba así, le conocí en persona a la vez que conocí a otro montonazo de gente, y ahí andábamos todos, acampados en un patatal bajo una bandera del Betis, bebiendo cerveza y destrozándonos los pies en una playa de piedras que albergaba monstruos hostiles que siempre se cebaban con la misma, y tratando de meternos en la cabeza que esas personas que teníamos delante eran quienes en realidad creíamos que eran. Y aquí mi buen amigo se fue francamente desilusionado conmigo, cosa que yo entonces achaqué a mil razones como que andaba muy ocupado con lo mío. Pero luego pensé que sería que soy tímido y que en persona esa triste carne que da nombre a esto es todo lo que hay, y que yo, reconozcámoslo, soy una persona que se transforma en un bicho que o se aborrece o se adora cuando lo único que sobresale de mí, como nos pasó a nosotros entonces y como pasa ahora con este blog, son mis dedos tecleando a toda máquina y mi cabecita delirante conectada exclusivamente a ellos.
Pausa, que me he quedado sin música.
Ya.
Y luego, cuando se me conoce, pues suelo ser bastante más silencioso, voy mirando a todas partes menos a donde tengo que mirar, me distraigo, no hago caso y resulto, por lo general, bastante decepcionante. Esto es lo que terminé pensando, cuando dejé de ponerme excusas e inventarme justificaciones.
Así que cuando alguien no me conoce y lee esto, yo termino pensando que pobrecito quien sea, el día que me conozca y vea que, por loco que esté, a veces en persona lo disimulo perfectamente... o no tan perfectamente, porque aquí Fresquito algo se olía y quería al yo de verdad, al que él conocía desde seiscientos kilómetros de distancia. Pero claro, ¿puestos a considerar cuál de esos dos yoes es de verdad, no será el otro? ¿Y cuál prefiero ser?
He pensado mucho en eso, es lo que tiene el aburrimiento y los rechazos amorosos, que le hacen a uno pensar cómo trasladar todo este magnetismo seductor, borde, pastelero, maleducado, impertinente, repugnante y colosal que tengo por escrito a mi triste yo de triste carne. Y con el tiempo, no sé, sospecho que lo estoy consiguiendo, o quiero sospecharlo, o lo temo, no lo tengo muy claro, aunque sólo sea porque ahora hago mucho más el imbécil en vivo, y no sólo por escrito, de lo que lo hacía antes, y de pronto me encuentro soltando tonterías a toda velocidad ante alguna persona a la que conozco desde hace dos minutos y orgulloso de verla sonreír o, más habitualmente, poner cara de estarse preguntando que de dónde cojones me habré escapado yo.
Suena tan tópico que alguien, supongo, habrá dicho alguna vez que somos quienes queremos ser (sin ir más lejos un tal Betote en este blog, dice tío Google), y tal vez hasta yo mismo lo haya dicho. Pero no, porque yo querría no ser tan insoportable, algunas veces, ni tan estúpido, casi todas, y ya de paso ser algo más alto, algo más guapo y demás frivolidades, al final somos quienes creemos que queremos ser, o somos lo que podemos ser para parecernos a lo que creemos que queremos y, si uno es un poco bobo, debemos ser. Y aquí estoy yo, con mis treinta añazos con sus buenos decimales, todavía preguntándome qué soy o qué no soy.
Pero bueno, me queda el consuelo de que miro atrás y pienso que, al menos, ahora al menos paso más tiempo ocupando en ser yo, como sea, que en querer ser otra cosa, y que ahora, cosa que hace años no podía decir, siempre puedo decir que, por lo menos, me soporto.
Cuando no estoy insoportable, claro.