30.3.06

Modo cuervo

Sí, hoy vengo en modo cuervo, graznando de felicidad y con un link entre las garras: Transgordo, un blog que me está matando de la risa esta mañana. Son frases típicas, entendidas y dibujadas en su forma más literal. Altamente recomendable. Entre eso y esto estoy bastante sonriente, hoy.

Ah, he decidido poner los links en ventanitas emergentes. Ya puedes apretarlos las veces que sea sin que te desaparezca esta ventanita. Imagino que eso hará bajar el número de visitas, porque la única explicación que le veo a tener tantas es que alguien se dedique a hacer cliks por todas partes y luego volver aquí y recargar y todo eso. Naturalmente esta innovadora medida no se extiende a mensajes anteriores.

Por lo demás mañana tranquilita. Estoy sobando este bonito ordenador y diciéndole que le quiero, a la espera de heredarlo totalmente de uno de los jefes y de tener permiso para formatearlo, llevármelo a casa e instalarle guarrerías. El amor es así. Lo seduzco, lo atrapo, le digo cosas bonitas y en cuanto pueda zas, un formateo y aquí mando yo.

Claro que estoy siendo sarcástico. El amor es lo que dijo Cortázar, es fascinación, es descubrimiento, es poner ojos como platos (así, O_O). Lo otro es lo que mucha gente entiende por amor, pero en realidad se llama amasar, y es mejor hacerlo con barro, con plastilina o con las partes blanditas y/o no de la anatomía de la persona amada (pero recuerda, nunca con la persona en sí). Los niños son muy propensos a ejercer el amasado, y como son así de emprendedores hay que vigilar que no lo hagan con determinadas circunstancias, como caquitas de perros o explosivos plásticos. También hay que evitar, cuando se puede, que los mayores lo hagan con explosivos plásticos, pero los que lo hacen son gente sin sentido del humor a la que es difícil detectar y sobre todo detener, a no ser que vayas por la vida con un buen martillo a mano y acostumbres a vestirte con kevlar.

El amor, el amor. Voy a dejar de hablar del amor, que luego te pones nerviosa. Y no entiendo por qué, siendo un sentimiento tan bonito. Ya, bueno, a veces no. Pero es que entonces ya no es amor, o no solo es amor. La gente le invoca igual cuando siente otras cosas como celos, ira o estupidez, y claro, el amor gana mala prensa. Tengo que dejar de hablar de ello aunque sólo sea porque me estoy sonando muy cursi a mí mismo.

Ya paro, sólo un párrafo más, y cortito. Es que es imposible no ir por ahí amando, estamos hechos para eso. No solo de personas, naturalmente. Las telarañas, en las mañanas de rocío, son objetos a los que es imposible no amar. También imposible no amar a los gatos, cuando no creen ser cojines burgueses (cuando aún son cazadores y aventureros, cuando me hacen sentir cuánto quiero ser gato), o a los perros, cuando no son ratas gordas ni niños malcriados. De pequeño mis amigos se decantaban en facciones contendientes (siempre lo hacían. A su manera era divertido, pero han dejado de hacerlo cuando yo le he empezado a coger gusto al juego), ¿eran mejores los gatos o los perros? Y todos opinaban, "gatos", "perros", "¡gatos!", "¡perros!", y así in crescendo hasta el fin del recreo o el inicio de las tortas, dependiendo del tiempo disponible. Yo es que no sabía que decir, porque en el pueblo era amigo de un gato y de una perra, y a los dos los quería con toda mi alma, porque eso es lo genial del alma, que puede querer entera a muchas personas y a muchas cosas, circunstancia que desde la estúpida Edad Media al estúpido Romanticismo se nos ha escamoteado en la literatura y en nuestros ideales, que querían convertir al amor en tragedia y al ser humano en un sufridor (y hay quien sigue pensando así, que debe ser todo o nada, y luego pasa lo que pasa. Y no se leen Doña Flor y sus dos maridos, de Jorge Amado... qué otro apellido podía tener el hombre en este párrafo, que es el último, palabra, aunque no me está quedando tan cortito como quería).

Volviendo a gatos y perros, yo entonces solía decantarme por los gatos. No sé por qué. Inventé mil razones; la independencia, el misterio, la ausencia de esa bobaliconería lealtad de los perros. Pero ahora creo que lo decía simplemente porque mis amigos tenían, por lo general, perros, en vez de gatos. Pero los perros son así, y me han perdonado aquellas palabras que en cualquier caso eran mentira, y hoy por hoy tengo el orgullo, el inmenso orgullo, de soler caerle bien a gatos y perros. Gatas con reputación de fieras cuchillas de afeitar hiperactivas y sádicas se han dormido sobre mi rodilla en mi primera visita a su casa. Perros pastores, habituados a mordisquear las nalgas de todo el que se acerque a sus rebaños, me han lamido las manos pidiendo caricias que naturalmente recibieron. Y todo eso me llena de un orgullo épico, porque al fin y al cabo ni a gatos ni a perros me los gano diciendo tonterías, como hago con las personas, porque aunque de hecho se las digo, y muchas, no me entienden (o al menos no tan exactamente, aunque en vista de lo que digo en general tal vez sí me entiendan, y tal vez mejor, porque muchas veces yo a lo que voy, seré sincero, es a confundir). Porque de alguna forma esos adorables bichos se fían de su olfato y de su instinto.

Supongo que de eso se deducen dos cosas. Una, que mi olor no debe ser desagradable. Y la otra... la otra... la otra la cambiaré por una observación: Los patrones olfativos de gatos y perros, al fin y al cabo, no tienen por qué coincidir con los de las personas. Así que tal vez no huela bien, después de todo. Entiéndeme, tengo que negar cualquier conclusión positiva sobre mi mismo, porque como buen cronopio tengo que desconfiar de todo halago y no creer nada bueno de mi mismo.

Pero de todos modos, me encanta que se porten así conmigo. Y yo seguiré rascándoles las orejas y soltándoles charlas absurdas, mientras deseo con todas mis fuerzas el absurdo imposible de que exista la reencarnación, y poder despertar un día con pelos y colmillos.

28.3.06

Underground

Pensaba robarle el título del mensaje a la película de Emir Kusturica para hablar de la estación fantasma del metro de Madrid, Chamartín, que se puede ver pasar como un espejismo onírico si uno pega la cara a la ventana del vagón mientras pasa entre Iglesia y Bilbao, y contar eso que dicen de que a pesar de estar cubierta de polvo no tiene ni telarañas ni ratas. Hablar del romanticismo de una estación perdida y abandonada en el tiempo, iluminada tan solo por los faros de los convoyes que la cruzan sin frenar cada pocos minutos, con las papeleras aún llenas de periódicos de la época y con viejos billetes tirados por ahí, bajo la costra de tiempo y polvo. No se molestaron ni en limpiarla, simplemente tapiaron las entradas. Y tal vez luego divagar hacia la película de Emir Kusturica, o hacia aquellas imágenes recurrentes provocadas por una película de Superman en el chaval que era yo hace mil años, que me hacía imagina la guarida de Lex Luthor bajo los túneles del metro, accesible tan solo a través de ellos (y me preguntaba yo ¿qué hace si va a entrar o salir de casa cuando el metro esté cerrado? ¿Y cómo ha llevado ahí los sofás, la televisión, los muebles? Siempre me estaba preguntando cosas así).

Y con eso y una mención a que el contador del blog ha superado la visita número mil, me habría dado por satisfecho (quién iba a decir que en tan poco tiempo íbamos a llegar a tanto. Nos vigilan, nos vigilan. ¿Habrá entre el público agentes de la CIA que curiosean por la foto del mensaje anterior?).

Pero los comentarios de la entrada anterior (con los refuerzos de la imagen de Yugoslavia de la película de Kusturica) me han hecho seguir pensando en el belicismo en general, y he terminado buscando una de mis fotos favoritas. Sí, sí, favorita. Es una foto de devastación absoluta, que representa algo horrible. Cuando lo pienso enseguida me descubro preguntándome si no tendré una curiosidad malsana o un sentido del morbo que por lo general no sospecho. La foto es de la batalla de Passendale, y yo la conocí por un grupo que se llama Woods of Ypres (porque también se la conoce como la tercera batalla de Ypres). Supongo que un día me dio por preguntarme qué significaba Ypres y encontré este infierno de la Primera Guerra Mundial donde la palmaron unas 720.000 personas, que se dice pronto. Y si entiendo bien la traducción de 'shell holes', en fotografías aéreas se llegó a contar un millón de impactos de proyectiles en un área de una milla cuadrada (dos kilómetros cuadrados y pico). Días y días de batalla en un mar de barro erizado de restos de árboles muertos, bajo una lluvia torrencial, y gente matándose y muriendo a todo ritmo, y da miedo pensar por qué toda esa gente lo hizo. A qué fueron allí, cómo se los obligó, porque está claro que alguien los mandó allí precisamente para eso, para morirse, a poder ser matando antes a unos cuantos del otro bando. Qué clase de ser es ese al que llaman Patria, que es capaz de exigir todo ese tributo de sangre embarrada.

Pero yo no puedo dejar de pensar en ese bosque muerto y difuso que se ve en la foto, y de sentirme también mal al respecto: Cerca de tres cuartos de millón de muertos, y yo pensando en las ardillitas y los pinos.

En fin, que la mire por donde la mire, la foto me despierta mil contradicciones. Pero aún así, aún así, ¿qué es esa cosa de la belleza, que llega hasta esta foto? ¿Y por qué tiene un sabor más profundo, más underground, sólo cuando es triste, trágica o las dos cosas?

27.3.06

Contrapublicidad

Hoy he leído por ahí que existe en Bagdad un tipo, al que los yanquis llaman Juba, con el curioso pasatiempo de disparar con un rifle de francotirador a los soldados americanos. Por lo visto los iraquíes lo adoran, porque a diferencia de otros insurgentes este sólo se ventila a los soldados, y claro, vistas las costumbres de por allí supone todo un desahogo. El caso es que se está convirtiendo en un icono de la insurgencia, pese a o gracias a ser una figura de lo más imprescisa, por razones bastante obvias. Hay videos de disparos supuestamente hechos por él circulando por las trastiendas de Bagdad y los canales del emule. Y naturalmente las cifras sobre sus muertos tampoco son precisamente exactas. Entre unas veinte y unas ciento cincuenta personas, según a quién le preguntes. No ayuda que no se le conozca, que no se sepa si trabaja solo o incluso si son varias personas, que después del disparo desaparezca, que nunca espere a hacer un segundo disparo, a que lo localicen. Los americanos sólo saben que salir del coche blindado puede suponer escuchar el chasquido de un rifle Tobuk y encontrarse con un balazo que les entra por una de las pocas partes que ni el blindaje ni el casco cubren: La parte baja de la espalda, las costillas, el cuello. Algunos soldados americanos hablan de él halagando sus dotes, su efectividad, inquietante camaradería. Otros lo minimizan, dicen que pueden ser muchos, que al fin y al cabo nunca dispara desde muy lejos.

Para los amantes del cine bélico es frustrante: Nos quedaremos sin ver la peli. Hollywood, naturalmente, no la va a hacer.

Pero el amor, esa palabra...

Esta noche tengo que cederle la palabra a Julio Cortázar, a estas líneas que de pronto me han asaltado a la sombra de un pensamiento. El título del mensaje es el final del capítulo 6, y el principio del 93, que es donde está escrito esto:
Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.

Si Cortázar pudiese salir un ratito de donde está enterrado (de los corazones peludos y de colorines de tantos cronopios, vamos) adoraría internet, sin duda: Rayuel-o-matic.

26.3.06

We don't celebrate sundays!

Le cojo prestado el título a Hardcore Superstar, que imagino que asomarán aquí a la derecha cuando los de last.fm actualicen las estadísticas de esta semana, porque los he escuchado compulsivamente estos días. Ahí quedan como recomendación musical, muy rockandrolleros, suecos, un disco imprescindible para esos viajes largos en coche de ventanillas bajadas, sol, gafas de ídem y muchas risas.

En el apartado de cambios, poca cosa. Un blog más en la lista de blogs, de un crack que tiene mil nombres y ha tenido diez veces más, pero que desde hace tiempo viene llamándose Fresquito, y de quien no opino más en detalle porque no hay halagos que le hagan justicia.

Y por lo demás, bueno, es domingo, y aunque we don't celebrate sundays no por ello van a dejar de ser unos días estupendos, a pesar de la resaca. ¿Sabes qué es lo que realmente odio de las resacas? No es el caos intestinal, ni las punzadas hirvientes que atraviesan con tanta pasión el cerebro, no. Es cómo me deja el sentido del gusto. Yo adoro beber agua. El agua me parece una de las bebidas más estupendas que existen, pero los días de resaca, con mi lengua y mi cerebro aún apagando los fuegos de los bombardeos etílicos, el agua no me sabe a agua. Y es frustrante ir al grifo, llenar el vaso, llevártelo a los labios, tragar y ¿qué pasó con esta delicia, que hoy no luce?

Pero en fin, que ese sea el mayor mal que nadie tenga que padecer. Mañana andaré otra vez enganchándome a los litros e inundándome el estómago de agüita rica.

De los recuerdos para compartir del fin de semana, bueno, del viernes por la tarde qué te voy a contar que no sepas, y qué voy contar aquí que no prefiera quedarme para consumo propio. Por la noche nos dimos un pequeño festín en el Viva Chapata, y luego como el 67% (redondeando, redondeando) de los miembros de la expedición estábamos bastante cansados nos saltamos la etapa bailona y nos refugiamos directamente en El Atril, el bar de los romanos de carnavales, que ayer estaba tomado por un pequeño contingente de guiris y unos cuantos parroquianos más habituales. Pues bien, el bar incluye en su decoración unas cuantas tallas de madera de figuras atléticas en poses clásicas, y un tipo que iba bastante borracho (se delató cuando intentó ligar con la chinita que apareció intentando destruir la música con su lote de cds piratas) se fijó en una y se puso a intentar imitarla. La figura, un soldado heleno cachas que sostenía una espada, estaba junto a una columna, así que él se colocó de espaldas a ella, intentaba poner la misma pose y de vez en cuando se contorsionaba para mirar a sus espaldas y comprobar que las posiciones de los brazos y piernas de la estatua se correspondían más o menos con las de sus miembros tambaleantes. Aunque no se dio cuenta de que la estatua no tenía ningún brazo levantado hasta que llamó a gritos la atención de sus amigos que lo contemplaron fijamente durante unos intensos segundos, y luego comenzaron a rectificarle, primero de viva voz desde donde estaban, a varios metros, y luego corriendo hacia él y comenzando a retorcerle los miembros de las formas adecuadas. Al fin se retiraron unos metros, contemplaron el titubeante resultado, y se dieron por satisfechos cuando uno de ellos dejó testimonio de la gesta con la cámara del móvil. Como nosotros estábamos sentados como a dos metros de la escena, y para imitar la mirada de la estatua el aspirante a 'hombre quieto', que diría uno que yo me sé, tenía que mirar hacia nosotros, fue inevitable partirnos de risa. Poco más, aparte de un interesante debate que dejó esta pregunta en el aire: ¿Por qué se bajan las mujeres menos pornografía de internet que los hombres?

El sábado fue un día de esos en los que uno se da cuenta de por qué está enamorado de Madrid. Parece que el ensayo general que hizo la primavera hace dos semanas salió bien, así que las cazadoras van reemplazando a los abrigos y pasear por las calles deja de tener ese matiz masoquista que a veces tiene en invierno. Por el precio de un chocolate y un café Vero y yo asistimos a una batucada, una manifestación antiparquímetros, un concierto de música clásica y las mil obras de arte cotidianas o espontáneas que proponen los edificios, las luces, los reflejos y las sombras. Las estatuas sobre los edificios vigilan la puesta de sol, esperando que la oscuridad les oculte y puedan dedicarse a sus juegos nocturnos. Las riadas de la gente cambian sus rumbos obedeciendo a los relojes biológicos, solares y de pulsera, terminan las compras, empiezan los cafés, los más ávidos lanzan ya sus incursiones de noctámbulos madrugadores.

Pero la noche al final no fue madrileña sino getafense. Salir por Getafe, visto lo visto, es como salir por Madrid, en lo que a saturación del metro cuadrado de bar se refiere, pero con edificios más bajitos y con mucho menos tráfico. Como cambiaban la hora, la noche se mostró huidiza. Como había unos habitantes de Tarancón, las copas también se mostraron huidizas, y tendían a desvanecerse en cuanto las pedíamos. Aunque esa resaca de la que te hablaba da sugerentes pistas sobre dónde terminó todo ese alcohol.

Y ahora es domingo, y mañana es lunes, y empieza una nueva semana de puestas de sol, de sombras, de viento, de nubes, de edificios gloriosos, de escenas casi invisibles de pura fugacidad. ¿No sientes a veces, cuando es domingo, una cierta impaciencia por que pase la noche y llegue ya el lunes? We don't celebrate sundays, pero mañana por la mañana, en cuanto supere la agonía del despertar del lunes, voy a celebrar el lunes.

23.3.06

Descansooo, ¡AR!

No, no, nada de recuerdos marciales. La frase es un eco de las que recorrían los pasillos desiertos del instituto donde hice la objeción de conciencia cuando llegaba la hora de recogernos.

Venía a contar los cambios del día. He puesto a la derecha un juguetito nuevo de last.fm. En realidad puse dos, pero el otro me salía muy largo y en resoluciones pequeñas mandaba al fondo de la página los archivos y todos los links que llevaba debajo, así que nada, lo he vuelto a quitar.

Y poco más que decir, y menos, probablemente, hasta dentro de 36 o 48 horas. Así que aprovechando la foto de un genio,

22.3.06

Leidenschaftsgefhar

Hoy no toca hablar de masones, del cadáver de Hitler o de extraterrestres (aunque, gran noticia, ETA ha emitido un comunicado diciendo que a partir del 24 empiezan un alto el fuego permanente, cosa que suena muy bien, y lo ha hecho por medio de tres tipos, dos hombres y una mujer, ataviados con unas capuchas blancas de rejillas malignas para los ojos, que yo pienso que tienen detrás sus horas y horas de corte y confección a la búsqueda del efecto ideal, que les daban una pinta, precisamente, de extraterrestres chunguísimos). Hoy toca una ración de impresiones aleatorias.

Madrid ha amanecido desafiante ante los augurios metereológicos: ¿Lluvia? Pues ha amanecido un día soleado. Había nubes, sí, husmeando por el cielo, con unas actitudes que luego se han mostrado muy caninas, e igual que los perros finalmente encuentran su esquina, farola o parquímetro perfecto donde soltar su ráfaga de agüita amarilla, al final las nubes han terminado rindiéndose y al salir del metro para volver al trabajo la primera sensación, incluso antes del batiente rumor del tráfico, ha sido una gota del agua que me lamía la nariz, slurp.

El viento mezcla sus cartas mal barajadas de aire frío y de lluvia: De pronto sopla mucho de una cosa, de pronto mucho de la otra, y al rato una mezcla de ambas. La gente se afana en sus zanjas, con la vista fija en sus martillos neumáticos, huyendo de altitudes que les llenen los lagrimales de polvo o de agua. Los humos de coches y cigarros huyen a la menor ocasión, presos de una locura histérica, y los peinados de los transeuntes les miran con envidia y tratan de imitarlos en lo posible, para descontento de esas gentes rigurosas y firmes que sueñan, vete a saber por qué, con que sus pelos imiten esas dos actitudes tan poco elocuentes.

Yo estoy contentísimo porque al margen de la climatología vuelvo a tener música en el bolsillo. Mencioné de pasada que quedarme sin ordenador supuso quedarme sin ipod, pero ya sabes lo que eso significa para mí. Me río yo de las travesías por el desierto sin bebida, comida ni calzado, al lado de lo que para mí supone cruzar la puerta de casa sin unos cuantos gigas de canciones disponibles. Así que ahora correteo por ahí persiguiendo hojas de periódico volantes y cruzando semáforos al azar, al ritmo del When the Water Breaks de Liquid Tension Experiment, que ha sido por triplicado la canción del mediodía de hoy.

Y ahora estoy de vuelta en mi nueva oficina, en el piso 11 de un edificio que es como los que a mí me gustan: Es feo, pero tiene unas vistas increíbles, que retrataré aquí en cuanto pueda descargarle fotos a algún disco duro desprevenido. El trabajo parece muy curiosote. Ayer, primer día, no hice gran cosa; me empezaron a explicar cosas pero luego el profesor recibió orden de parar, porque hoy nos iban a hablar a unos cuantos de eso mismo y no es plan de andarse repitiendo, así que pasé el día bostezando, reconciliándome con los accesos a internet y leyendo tutorials de SQL, y ya hoy nos están dando el curso ese. Amplio espectro de impresiones, a lo largo del día: Por la mañana era un ataque de pánico, "¡esto es una locura, voy a saltar por la ventana!", pero luego ha sido "¡esto es una locura, qué divertido!". Y un montón de paranoias sobre la civilización, la cultura, la inteligencia y lo que nosotros hacemos.

La idea es esta: La inteligencia viene de la capacidad de recopilar información, tratarla para sacar conclusiones y obrar de acuerdo a ellas. Cuando eso se sistematiza y se formaliza en un pozo de conocimiento común, se establece una cultura. Pero con el paso del tiempo esa información se acumula, y si encima surgen riadas de información nuevas, se termina colapsando los mecanismos para procesarla. Tradicionalmente se ha recurrido, entonces, a los analistas, los consejeros, los brujos de la corte, los oráculos: Gente que cogía toda esa información y emitía juicios, opinions y consejos, a base de inteligencia, intuición y procesos que iban desde la meditación al abrir pollos y mirar dentro. Pero en esta era nuestra no hay nada que hacer, ni el gran maestro que citaba yo por el 27 de enero puede manejarse con tanta estadística y tanto numerito. Pero claro, tenemos estos adorables aparatitos (adorables hasta que explotan a las tantas de la mañana y nos joden la partida de Carmageddon II, en particular, y la vida en general). A lo que nosotros nos dedicamos (o esta gente se dedica, y yo me dedicaré, cuando pueda dejar de pensar que esto es una locura) es a procesar esa información y hacerla comprensible: A convertirnos en un sistema nervioso que procese las señales sensoriales que recogen los múltiples sentidos de la era moderna, y construir cosas con ellas. Es hermoso, y da que pensar, ¿podremos hacer lo que los sistemas nerviosos decentes y construirles también sueños?

Es una idea tan bonita que habrá que intentar sacarla del cenagal de la metáfora, ¿verdad?

21.3.06

La tumba de Hitler

Leyendo las respuestas a la entrada sobre las paranoias del aeropuerto de Denver me he acordado de otra que yo creo que, sinceramente, la deja pequeña, y tiene el encanto de lo local, pues es un pequeño mito medio desconocido de mi pueblo.

Yo me enteré de la historia la noche del velatorio de mi abuelo Manolo. Por allí fue desfilando una cantidad ingente de ancianitos, haciendo repiquetear sus bastones por la casa, y medio por instinto medio por empuje gravitorio todos ellos solían terminar buscando refugio en el patio que, cosa muy razonable, es la parte más baja de la casa. Allí, bajo el fresco nocturno de la parra, íbamos a desprendernos un poco de esa tristeza tan cansina de estas ocasiones (horas de pie, escuchando llorar y sintiéndolo todo tan irreal). Y como además se congregó aquella increíble reunión al poco tiempo empezaron a brotar de forma natural las historias de los viejetes, y luego las leyendas y las idas de pinza, cuando medio huyendo del dolor, medio reencontrando el camino de la vida, la gente empezaba a relajarse y se permitía sonreír y lanzar por el patio alguna mirada brillante.

Y de todas las historias la más espectacular que escuché fue la afirmación de uno de ellos de que el mismísimo Adolf Hitler estaba enterrado allí, en el pueblo, debajo de unos melocotoneros. La afirmación dividió a los presentes en un espacio cociente de tres clases de equivalencia: Los que conocían la historia y consideraban que obviamente era falsa, los que no la conocíamos y pusimos ojos como platos, y los que la conocían y consideraban que obviamente era cierta, clase en la que estaba quien contó la historia.

Como la cosa degeneró al momento en una batalla dialéctica sobre el concepto platónico de verdad entre las clases de equivalencia primera y tercera, tampoco se dijo mucho más al respecto, ni he conseguido luego volver a encontrar a nadie que conozca los detalles de la leyenda y quiera contármelos, así que sólo puedo decir que la historia existe, que deben existir pocas historias más enrevesadas (porque ¿cómo se explica que el cuerpo del dictador más infame de todos los tiempos terminase enterrado en El Real de San Vicente, provincia de Toledo, España?). Pero es suficiente como para que de cuando en cuando me den unas ganas terribles de escribir un cuentecito al respecto, aunque sólo sea por responderme a la pregunta que, desde que me enteré de esa leyenda, me quita el sueño de cuando en cuando: ¿por qué enterrar a nadie, y menos a Hitler, precisamente debajo de unos melocotoneros?

Supongo que lo de los melocotoneros está ahí simplemente para darle una pincelada de versosimilitud a la historia, algo que sea reconocible y cercano. Tal vez para permitirnos dejar alucinado a cualquier amigo de fuera que venga y paseando con nosotros llegue junto a algún melocotonero. O alguna otra cosa que yo no vaya a imaginar nunca. A saber. En cualquier caso siempre viene bien recordar, cuando uno empieza a pensar en las cosas raras que la gente se va creyendo por ahí, que todos vivimos alrededor de rumores increíbles. Y que quien sabe, tal vez debajo de algún melocotonero de mi pueblo haya enterrada alguna calavera con un tiro en la sien y el recuerdo de un bigote legendario...

Total, el mundo es un lugar muy raro.

Rescatado al fin

Perdón por la ausencia sin preaviso, pero cómo iba a nadie a imaginar que una noche vacacional, mientras jugaba al Carmageddon II (tan feliz yo arrollando transeuntes, destrozando coches y derribando mobiliario urbano) a las 4:30 de la mañana, mi ordenador, siempre tran gracioso, iba a soltar un chispazo, un crujido y una nube de humo tan tenue que rallaba la paranoia visual (si no fuese por la nariz delatora no lo habría creído), y murió.

Así que me he pasado una jartá de días sin ordenador. Como no tenía ordenador, no podía descargar fotos. Como no tenía ordenador, no podía recargar la batería del ipod (léase 'aiiipod'). Como no tenía ordenador...

...

...me he convertido... en... un televidente.

Sí, lo impensable. Lo inimaginable. En vez de pasarme el rato eligiendo qué quería ver, leer y escuchar me he sometido al sofá y he limitado mi elección a cuatro o cinco botoncitos de un mando a distancia. Pero bueno, creo que he sobrevivido más o menos cuerdo, y la experiencia, espero, me ha servido para comprender alguna de las dudas existenciales del ser humano contemporáneo, como por ejemplo ¿Andréu Buenafuente o Eva Hache? En mi caso ganó Eva Hache, creo que por algo muy chungo y probablemente sexual que tengo metido en el cerebro (no, no me refiero a que alguien me haya insertado un consolador por la oreja y apretado mucho).

En fin, he vuelto. Al menos de modo provisional, desde un ordenador prestado en aquí mi nuevo trabajo. Sin son buenos y soy bueno u opinan que lo soy, tal vez me presten uno, así a más corto que medio plazo, esperemos. Si no, en fin, no te asustes si no aparezco por aquí tanto como antes, cuando mi ordenador tenía la decencia de no morirse tan a lo bestia.

9.3.06

DZIT DIT GAII

Bueno, lo prometido es deuda, así que algo habrá que contar del Aeropuerto Internacional de Denver, DIA, como lo abrevian por allí (siglas de Denver International Airport, claro, aunque su fecha de inauguración se fue alargando y alargando también se dijo que era por Delayed Indefinitely Airport o, esta me encanta, Denver's Imaginary Airport, que no creo que haya que traducir).

Hace poco, por un comentario casual en un foro de por ahí me enteré de que resulta que el dichoso sitio es foco de una serie de mitos conspiratorios: Cuando lo abrieron, va a hacer ya 12 años, la gente observó su aspecto, así con la distribución de las largas pistas, diseñadas para que los aviones den panzazos hasta saciarse cuando toca aterrizar en un manto de nieve, que ya sabemos todos por el cine que allí cuando nieva no se queda a medias. El caso es que la gente veía esas pistas y claro, asociando ideas, aquello les pareció una esvástica, o rizando el rizo el símbolo de la Iglesia del Proceso del Juicio Final, que es una alegre iglesia, escindida de la famosa cienciología, a la que muchos acusan de satánicos porque tienen la convicción de que Jesús y Satán pueden hacer las paces, y que cuando lo hagan en vez de irse de cañas vendrán al mundo a despachar el juicio final. ¿Te acuerdas de Charles Manson? Pues resulta que durante el jucio su abogado dijo que había cogido prestados conceptos de la filosofía de esta iglesia, cuyos miembros luego le hacían visitas a la cárcel. Gente muy pintoresca, vaya. Pero no iba a hablar de ellos, y me estoy desviando del tema.

Centrándonos, la forma no era lo único que llamó la atención del DIA. La decoración se las traía. Lo adornaron con una serie de murales que a la gente le dieron tan mal fario que algunos de ellos han tenido que repintarlos... lo que a mí me parece una pena, porque serían inquietantes, sí, pero tenían su encanto (sí, la imagen que hay al lado de este párrafo es de uno de esos murales. Hay una colección completa aquí), y entre eso y el símbolo masónico que adorna un monolito que tienen allí plantado surgieron rumores que afirmaban que el Aeropuerto tenía en el subsuelo una base secreta del Nuevo Orden Mundial, supuesto grupo de gente que controla los bancos, los gobiernos, los ejércitos y las agencias de inteligencia y que pretenden dominarnos a todos, como buenos banqueros (que van dejando rastros por el mundo, o para encima cachondearse o para que les pille la gente paranoica e inteligente, como la frase que desde 1935 adorna los dólares, Novus Ordo Seclorum). No ayudó que los empresarios y políticos locales montasen, para coordinar el jolgorio, una sociedad que se llamaba New World Airport Commission que se encargaba de los actos de la inauguración y todo eso de ir por ahí cortando cintas, dando discursos y sonriendo al por mayor. Pero los nostálgicos de Expediente X llegaron al Nirvana cuando surgieron otras teorías que reclamaban la propiedad de esa base para los extraterrestres (que, por lo que leo por ahí, han dejado de ser verdas para ser grises, y de hecho los que se divierten con todo esto los llaman así, Greys. No lo traduzco porque aquí los grises recuerdan algo aún más casposo que los estraterrestres de naves de poliestireno expandido y papel albal).

He estado buscando por ahí, y he terminado encontrando el blog de un tipo que se entretenía mandando correos electrónicos al encargado de relaciones públicas del aeropuerto, preguntando por todos esto (excepto afortunadamente por los extraterrestres). El tipo contestaba hastiado, diciéndole que los murales representaban la guerra y la destrucción que conlleva, y luego lo bonita y bucólica que es la paz, que los túneles que hay son los que se utilizan para llevar los equipajes de un lado para otro y los de mantenimiento, y que la obra, faraónica ella (el terreno que ocupa el jodido aeropuerto tiene dos veces la superficie de Manhattan, que naturalmente no sé lo que es, pero debe ser mucho), fue seguida paso a paso por todo tipo de personas y medios de comunicación que probablemente hubiesen dicho algo si se hubiesen puesto a excavar cámaras para entonar cánticos en honor a Satán y Jesús, o para diseccionar humanos o facturar equipajes para los vuelos a otros planetas. Pero claro, ¿cómo se prueba la verdad de una afirmación? ¿Cómo consigue probar quien responde así que lo que dice es cierto? La palabra se queda corta, y hay gente tan necesitada de pensar que el mundo es distinto, que el mundo no es como creemos y que ellos saben más que el resto que no hay forma de abatir esas creencias: La fe, esa mancha que nunca sale de la esquinita del monitor.

Aunque siempre queda un poso de curiosidad, como la que produce la inscripción que se puede encontrar en el DIA que reza como el título de esta entrada (¿significará "la Tierra es interesante para hacer algo de turismo, pero no te apetecería vivir aquí" para los hombrecillos grises, o algo por el estilo?), o la de por qué la gente, en vez de montarse películas, no se dedica a explorar los misterios no ficticios y tan increíbles que abarrotan este mundo nuestro.

Y sólo se me ocurre la intuición de que la gente busca misterios, pero no necesita verdades.

8.3.06

La carne poco hecha

A mí siempre que en algún restaurante me preguntan si quiero el chuletón poco hecho, muy hecho o en algún punto concreto intermedio me agobian, porque me gusta de las tres formas. Lo mío es la carne. Y si pasas mucho tiempo con un tipo concreto de agresividad en el fuego, luego a veces cuando pruebas otra alternativa de nuevo te sientes como si te hubieses reencontrado con una vieja amiga; "así sabías, y por eso me gustabas".

Pues en la música, claro, también pasa, porque la comida tiene que ver con el hambre y ya sabemos que el hambre, para nosotros los injustamente afortunados, tiene que ver con la música. Así que hoy ha llegado la revista de Arise, y al abrir el buzón y verla me han crecido perceptiblemente los colmillos, hmmm. Siempre se encuentran cosas buenas en Arise, si a uno le gusta la carne sangrante, astillada y contundente. Y es que a veces da gusto volver a sentir esto, siempre es bueno recordar que hay música para gritar, dar saltos y vaciarse poros y pulmones.

Y ya estoy terminándome el primer plato: El último disco de Sepultura, a quienes imagino que tengo que ir a ver el 5 de abril en la Riviera, con unos tales In Flames.

Lo de "unos tales" era sarcástico, pero como no estoy muy seguro de si te he contado quiénes son In Flames, te cuento. A mí no me gustaban los grupos que gritaban. Pensaba "qué lástima de voz, ¿por qué renuncian a un instrumento tan bueno para simplificarlo a un grito?" Pero una noche escuché en la radio una canción que era un tropel de melodía y contundencia, que durante los alrededor de cuatro minutos que dura me hizo imposible parpadear. Al día siguiente tenía que ir a Toledo, y a la vuelta no paré hasta incrustarme en el centro de Madrid, encontrar y comprar ese disco, que se llamaba Colony y era de los tipos esos, In Flames. Había un tío gritando, pero ni podía fijarme en él, por culpa de esas guitarras, de ese sonido y de esa forma de hacer música. Resulta que eso era aquello que llamaban death metal, aunque alguien, muy hábilmente, lo había metido en la subdivisión melodic death metal. Y luego, cuando ya me sacié de guitarras, terminé descubriendo gritos que me salían junto con los de Anders Friden. Y pensé "qué maravilla de voz, ¿cómo podría alguien siquiera pensar en cantar esto de otra forma?" Y luego vinieron Dark Tranquillity, y Opeth, y luego vino el black melódico, la preciosa seriedad de Moonsorrow, la risa y el jolgorio de Finntroll, la solided de Gardenian, las travesías con Disillusion, las profecías de At The Gates y de Edge of Sanity y sus dos Crimson, y mil más, cada grupo una historia, una bomba de adrenalina y algunos conciertos memorables.

E In Flames fueron los primeros. Pero los grupos crecen, cambian, y a veces se alejan de lo que nos gusta, o simplemente hacen algo que está bien, pero no tan bien como lo que han hecho y sabes que pueden seguir haciendo. Y eso, bueno, decepciona, y eso me pasó a mí en su día tanto con In Flames como, antes, con Sepultura. Y ahora de pronto resulta que el último disco de In Flames, al que ya no quedaban optimistas esperando, fue lo que podía ser y no había sido en los dos anteriores, y que este nuevo de Sepultura ya no parece un parche para tapar el agujero que dejó Max Cavalera cuando se largó... y uno mira los calendarios y piensa que tiene una cita con los dos hijos pródigos a principios de abril.

7.3.06

Músicas muertas

No sé tú, pero yo siempre le tengo un cierto cariño a los grupos que ya no existen, que por lo que fuese se separaron, o desaparecieron, o murieron de una forma más literal. Tal vez porque los músicos, esos cronopios vacilantes y caprichosos, tienen a veces la mala costumbre de terminar encontrando la forma de decepcionar y de hacer música que no sólo ya no nos gusta sino que de alguna forma hace que uno se plantee qué era lo que le gustaba de aquella banda que ahora suena así.

O tal vez sea sólo que te dejan escucharlos desde una cierta perspectiva, son una colección ya terminada, algo completo, compacto. Y de cualquier forma es algo que, a la larga, termina pasándoles a todos. Aunque quizás sea por el ligero sabor amargo de esas tragedias, más o menos grandes o pequeñas, que hay detrás de cada banda desaparecida.

El caso es que hoy me he despertado con el mono de escuchar Buenas Noches Rose, Kingston Wall y Kula Shaker, bandas defuntas por razones bien distintas, la primera transmutada y de alguna forma muy poco genética reencarnada en Le Punk (única banda que me ha dedicado una canción jamás en un concierto, qué cosas), la segunda bastante más dramática y difícil de imaginar si escuchas la música, y la tercera víctima de
las ventas y de un líder que tiene que tener su puntito insoportable. Las tres son básicamente grupos de rock, Buenas Noches Rose en una versión un tanto más clásica, con unas letras increíbles y una calidad que no se corresponde con el éxito que tuvieron en su día (que fue bastante, pero no suficiente, en mi opinión), Kingston Wall tocaba un rock progresivo/psicodélico inspirado y alegre, con una de las guitarras más originales y emotivas que he podido oír en mi vida (y han sido ya unas cuantas), y en Finlandia están considerados su mejor grupo de rock, aunque no llegaron a salir fuera del país salvo para dar un concierto en Estonia cuando estaban empezando. Y Kula Shaker hacían un rock con un aire descaradamente oriental (de fuentes de la que Kingston Wall también se echaba sus tragos, en cualquier caso), pero murieron cuando Pigs, Peasants and Astronauts, su segundo y mejor disco, no cumplió las expectativas de ventas de la compañía, inexplicablemente, aunque tal vez otras manías de su cantante y guitarrista Crispian Mills tuviesen algo que ver con ello (había quien le reprochaba el uso feliz que hacía de las esvásticas, aunque yo dudo que lo hiciese en plan nazi). De todas formas tal vez no se pueda incluir a Kula Shaker en esta clasificación porque hay por ahí rumores sobre una posible resurrección del grupo, así que volvamos con los más genuínamente difuntos, Kingston Wall. Sacaron tres discos (que ahora se conocen como el I, el II y el III). Luego decidieron dejarlo y Petri Walli, guitarrista, cantante, compositor, productor, manager y alma del grupo saltó desde lo alto de la torre de la iglesia de Töölö, en Helsinki. Tenía 26 años, y aunque uno nunca puede terminar de fiarse de ellos los rumores dicen que las calabazas de una tal Tanja tuvieron algo que ver con aquello.

Aunque por mucho que uno ame las bandas muertas, hubiese preferido que le dedicase una canción.

En cualquier caso hay algo muy contradictorio (y por eso muy vital, aunque también eso sea contradictorio cuando implica suicidios, pero ¿qué hay más contradictorio que la vida?) en que la música de alguien que es capaz de transmitirme felicidad por vía auditiva terminase suicidándose. Y en que lo hiciese años antes de que yo lo conociese a él y a la cosa de la que imagino que más orgulloso se sentiría en la vida, su música.

Y ya se sabe lo que pasa con las bandas muertas, y con los adictos como yo, que intentamos expandir el virus. Así que si puedes, si tienes un rato y quieres escuchar buen rock and roll, te presento a estas tres bandas increíbles, y que las disfrutes.

6.3.06

Fiesta de cumpleaños

Bueno, hoy es el cumpleaños de mi 'primo' Perico (por esas complicaciones de la genealogía en realidad es primo segundo de mi madre, lo que le convierte en una especie de tío remoto, pero diciendo primo me apaño. Aunque él prefiera llamarse mi tío). Así que el sábado nos dijo a unos cuantos que fuésemos a su casa para celebrarlo, y pasar la noche haciendo algo de ruido.

Y en base a mi experiencia, que ya es significativa, y a mi intuición y probado buen gusto, creo que puedo dar una serie de consejos para fiestas de cumpleaños:

1. Haz acopio de instrumentos musicales.

2. A ser posible, invita a un guitarrista flamenco profesional.

3. Asegúrate el suministro de hielos y sobre todo de tabaco (últimamente algunos fumadores se muestran muy frenéticos si se termina el suministro).

4. Asegúrate de tener una zona para no fumadores (el baño o el descansillo pueden cumplir esta función, si no tienes muchos reparos. Últimamente algunos no fumadores se muestran muy radicales con la saturación atmosférica de humo).

5. A poder ser, invita un guiri: Dan mucho colorido y lo vuelven todo muy cosmopolita. Si es una yanqui que se pirra por cantar y adora a Ojos de Brujo, mejor que mejor.

6. Llévate unos cuantos intelectuales, a poder ser de escuelas muy distintas (por ejemplo alguien muy de ciencias y alguien muy de letras). Un buen debate sobre si la cultura es algo universal o subjetivo a cada uno siempre le da caché a la fiesta, y cuando toca retirada, si el debate sigue en algún taxi, te aseguras de que el taxista de turno tenga algo divertido que contar en casa sobre las locuras que discute la gente.

7. No lleves a nadie a quien le guste el reggaeton o otras basuras musicales, y si va, que no se acerque al equipo de música.

8. Asegúrate de tener la conciencia tranquila, para no sufrir ataques de pánico colectivos cuando un coche de policía se pare en tu puerta y empiecen a hacer cosas raras.

9. Si es posible habilita varios baños, por si alguien necesita uno por mucho tiempo y no quieres tener un grupo de invitados dando saltitos y preguntando si pueden usar el fregadero y/o la terraza para aliviar presiones internas.

10. Ten un cubo y una fregona disponibles y preparados, para cuando se presente la tragedia, que siempre termina apareciendo.

Y yo creo que con diez puntos ya vale: El decálogo del cumpleaños. Y para el resto sobran las palabras y bienvenida sea la foto, que era lo que venía yo a colgar, pero claro, algo de texto habría que poner también.

2.3.06

1.3.06

0096 2251 2110 8105

Cortázar hacía decir a uno de sus personajes de 62/Modelo para armar que uno a veces no puede saber hacia dónde conducen sus actos y que muchas veces lo único que puede hacer es abrir una puerta y dejar que las cosas se desencadenen, contemplar el vuelo de las águilas sin tener ni idea de donde van. La cita, obviamente, no es textual.

El caso es que esa contemplación muchas veces requiere un cierto esfuerzo, el tirar de una cuerdecita (un piolín, que escribiría él) que puede enredarse en vete tú a saber dónde, y yo, que de mayor quiero ser cronopio, siento un gustito algo perverso siguiendo hilos de estos, como el que me llevó hasta la muchacha de la foto de la derecha, cuyo apellido ya he olvidado... aunque aquel asunto lo dejé a medias, a falta de encontrar la forma de escribirla una carta que no sonase muy propia de un psicópata y satisfecho con una foto de una foto retocada con el Photopaint. Pero esa historia la cuento otro día, porque el hilo de hoy viene de aquí debajo, de mi publicidad para nada encubierta de Porcupine Tree, hace poco más de 24 horas.

Bueno, el hilo parte de ahí (o tal vez parta de aquella mañana en la que yo por fin comprendí que adoraba la música de Opeth mientras escuchaba los 6 minutos finales de Deliverance, y luego descubrí que ese disco lo producía un tal Steven Wilson que además tocaba el mellotron y alguna que otra guitarra, y que ese señor tenía un grupo que se llamaba Porcupine Tree). Aquel escrito vino como consecuencia de haber llegado al trabajo escuchando el último disco del grupo, y tuvo como consecuencia que lo escuchase mucho más. Pues bien, estaba trasteando con páginas de letras, por copiar un trozo, y vi la de Even Less. Esa canción termina con una voz grabada de mujer que recita unos números, "zero, zero, nine, six. Two, two, five, one. Two, one, one, zero. Eight, one, zero, five", y los repite tres veces, y curiosamente cuando la tocan en directo terminan con esa voz leyendo esos números, cosa que en su día me pareció muy curiosa, porque significaba que los números formaban una parte más esencial de la canción de lo que yo pensaba. Así que nada, le he escrito las cuatro cadenas de cifras al tío Google y le he preguntado qué me podía decir de ellas.

Y me ha dicho algo que me ha dejado a cuadros: Resulta que hay emisoras de onda corta que se dedican exclusivamente a recitar cadenas de números o letras, o letras de lenguajes fonéticos, y lo hacen continuamente. Ahora, mientras escribo en tu pasado, y ahora, según lees en mi futuro, esas emisoras están ahí, recitándole números a la luz y a la oscuridad, barriendo el mundo, la ionosfera y lo que se ponga por medio con pulsos de información incomprensibles para casi todo el mundo. A ti no sé, pero a mí me parece una idea hermosa y algo inquietante.

Leyendo un poco más corremos el riesgo de perder parte del romanticismo de esa idea en principio tan absurda, si somos de esa clase de gente que opina que las rosas son hermosas siempre que uno no sepa que son sólo un montón de protones, electrones y neutrones. Pero como tú y yo sabemos que no, y que ese "sólo" es la trampa tras la que los ignorantes intentan disimular su condición, seguiremos leyendo. Parece ser que estas radios han sido detectadas desde la Primera Guerra Mundial, y son utilizadas mayoritariamente para transmitirle información secreta a alguien que tiene un cuaderno de clave única (así muy deprisa un cuaderno de clave única son dos copias de una hoja con datos aleatorios. El emisor tiene una copia y la "añade" a su mensaje, lo envia, pareciendo aleatorio, y el receptor "resta" los datos aleatorios, obteniendo el mensaje original), y que hoy día, a pesar de ya no tener ni guerra fría, son un negocio en alza, en parte porque parece que algunos traficantes les han cogido gusto: Ahora mismo hay más o menos estas funcionando.

The Conet Project se ha dedicado a recopilar muestras de algunas de estas emisoras y es fácil bajarse 4 cds de gente leyendo números en onda corta en sitios como este. The Conet Project ha propuesto un reto consistente en intentar descifrar alguno de esos mensajes, cosa realmente complicada si usan cuadernos de clave única, pero lo único que puede intentarse si se quiere saber si realmente alguien está jugando a los espías con estos números difuminados en ondas de radio.

Mientras escribo los estoy escuchando. Cada vez que suena el final de Even Less, también. Alguna persona muy curiosa decidió grabarlo, alguien más lo puso en internet, y la gente se lo baja y lo oye. Oímos información que no se hizo para nuestros oídos, y que se hizo lo más enrevesada posible para que la competencia no la entendiese. Cada vez, siempre, esa información se vuelve inútil, su destinatario ya la recibiría o no en su día, ahora es una información vacía, inservible a su propósito inicial, que un montón de gente (no muy grande pero sí un montón) escucha por curiosidad, por gusto o por intriga. Resumiendo, se ha convertido en arte.

(Como todo termina por hacer, tarde o temprano, claro)

Propositos vacacionales

Estaba en la terraza tomando el fresco de la madrugada, por buscarle así aprovechamientos inusuales a esto de las vacaciones, y de pronto se me han empezado a ocurrir ideas estupendas sobre cosas que hacer estos días, y me he puesto la mar de contento.

A saber, proceder al segundo asalto con el Debian, ya que creo que tengo el disco duro preparado para él, con el Windows XP comiéndose sólo un trozo del disco; empezar a escribir algo (con el problema de que eso seguramente implique empezar muchas cosas que no tengo muy claras), quedar contigo en la medida de lo posible... y como mis padres están en casa estos días pues aprovechar para hacer esas cosas que hay que hacer y que les pone contentos verme hacer (básicamente colocar cosas en su sitio o al menos apartarlas de en medio), y hacer alguna más, como aprovechar para pegarme a mi madre mientras hace la cocina para ayudar y aprender, o echarle alguna partida de ajedrez a mi padre, si se deja (que no creo. Odia perder. No es que yo vaya a ganarlo, pero la posibilidad le quita gracia al juego, según él), ver alguna peli juntos y tal vez enseñarle a jugar a algún juego que tenga algo más de miga que los solitarios del Windows (en el peor de los casos le enseñaré los solitarios del Linux). Seguro que se ponen la mar de contentos, mi madre conmigo en la cocina y mi padre pasando el rato aquí a mi lado. Sólo por eso valdría la pena.

Pero como me conozco y sé que soy un perro, he pensado que mejor lo pongo aquí y así al verlo escrito como que me obligo en cierta medida a hacerlo. Entiéndeme, no es que necesite obligarme, porque quiero hacerlo, pero la pereza es una vieja amiga a la que conozco bien y basándome en la experiencia previa siempre que nos enfrentamos suele salir ganando. Además, poniéndolo aquí lo va a leer gente a la que luego le gustaría que lo cumpliese, y esa es una utilidad estupenda de la amistad, conseguir hacer cosas positivas a base de decirlas y de apoyarte en que se espera que después las hagas.

La amistad como palanca para moverse a través de la pereza.

Esperemos que funcione. Soy moderadamente optimista al respecto.
Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.